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JESÚS, DANDO DE NUEVO UN FUERTE GRITO, EXPIRÓ

OCTABA PALABRA DE JESÚS EN LA CRUZ

Acababa Jesús de gritar: “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado?” y de nuevo grita su última palabra. Pero esta fue como un “rugido” que daba fin a su vida y a tanto dolor y sufrimiento, físico y moral. Jesús experimentó la muerte y sus angustias como muchos mortales. Este es el precio del pecado, que Jesús cargó sobre Sí, para matar con su muerte, a la misma muerte…

Este grito, es Redentor, a partir de Jesús, porque ya no es nuestra muerte la que vivimos en nuestra carne, sino la misma muerte de Cristo que asumió “todas”, en su Cuerpo y las Resucitó, para que vivamos en Él y por Él…

La Sangre de Jesús, el Hijo de Dios, ha comprado para nosotros la vida eterna y este grito, Redentor, nos hace hijos en el Hijo, por tanto hijos de Dios y familiares de Dios… ¿Qué nos ha merecido tan gran Redentor?: ¡Nada, a no ser la gran Misericordia de Dios, que se ha compadecido, de forma inaudita, de nuestra miseria y pecado!…

Este clamor estentóreo, fue el fin de nuestra Redención, en la Carne de Cristo. Dejó de vivir en nuestra tierra, abandonando el velo que ocultaba su Divinidad y a partir de aquí, ya es su Cuerpo Glorificado el que está intercediendo a la derecha del Padre, por todos los hombres, sus hermanos… Pero al irse al cielo, no nos ha dejado huérfanos sino que nos entregó “otro Consolador” que estará siempre con nosotros, hasta la consumación del mundo: Es el Espíritu de Jesús que está en El y ya en nosotros…

Como un “rugido” también, irrumpió entre los Apóstoles y la Virgen María, el día de Pentecostés… Fue un viento impetuoso que hizo vibrar toda la casa donde se encontraban y a ellos los sumió en un Fuego Divino que grita: “¡Abba, Padre!... ¡Abba Padre!… En Él, estamos todos los que creemos en Cristo y clamamos con el mismo grito: “¡Abba, Padre!”…

¡Gracias, gracias, gracias y Alabado seas por tan gran amor y compasión! ¡Que vivamos siempre en acción de gracias y rendidos a ti Señor que nos has salvado!…

 

(Mañana, Domingo de Resurrección, colgaremos un nuevo comentario en Rincón para orar, y a continuación, reanudaremos el ritmo normal de los comentarios: cada miércoles y cada sábado)

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