DOMINGO VIII DEL TIEMPO ORDINARIO
CICLO A
- LA PROVIDENCIA DE DIOS -
Is. 49, 14-15
14 Pero dice Sión: « Yahveh me ha abandonado, el Señor me ha olvidado. »
15 - ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido.
- El amor de Jahvé por su pueblo es mayor que el amor de una madre por la criatura de sus entrañas. Estos versículos nos recuerdan el mensaje de Oseas, Jeremías y Deuteronomio (40, 27) (54, 8). El “amor eterno” de Dios (43, 4; Dt. 4, 37; 10, 15; Jr. 31, 3; So. 3, 17; Ml 1, 2) semejante al amor de un padre por sus hijos ( Is. 1, 2; Jr. 31, 20; Os. 2, 25; 11,1s), a la pasión de un hombre por una mujer (Is. 62, 4-5; J.. 2, 2; 31, 21-22; Ez. 16, 8, 60; Os. 2, 16-17) es expresado aquí en toda su gratuidad (I Jn. 4, 10.19) su fidelidad indefectible (Rm. 11, 29), y su poder creador (I Jn. 3, 1-2). Aunque el hombre falle, Dios protege, cuida y vela por sus hijos.