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BRILLE VUESTRA LUZ ANTE LOS HOMBRES

13 « Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. 

14 « Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. 

15 Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. 

16 Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. (Mt. 5, 13-16)

 

Cristo dijo: “Yo soy la luz del mundo”. Y es luz, porque hace siempre lo que le agrada el Padre. Y es que el Padre-Dios, es Amor. Su naturaleza, es Amor; Y también, “Dios es luz sin ninguna oscuridad”. Por esto, lo suyo es brillar con luz propia e iluminar. Así, el que se acerca a la Luz, hace las obras de Dios, que es amar.

Y Jesús nos pide que, nunca nos apartemos de su presencia para que las tinieblas no puedan entrar en nuestra vida. Y, ¿qué son nuestras tinieblas? Pues el pecado y su cortejo de sombras y penumbras. “Dios es Luz”. Yesta verdad, nos llena de alegría porque nuestra Luz, recibida de Jesús, da gloria a Dios, así como el Hijo Jesús es la gloria del Padre. Seamos gloria de Dios, por nuestras obras de amor. Y estas obras, ya las conocemos: son las obras de misericordia: dar de comer, de beber, vestir, visitar enfermos y encarcelados,en definitiva, es llevar Luz y Amor a los hombres que carecen de ellos. Así, “vestidos” ante Dios, seremos como “una ciudad puesta en lo alto de un monte”, que siempre está a la vista y su sola presencia, ya nos habla de cobijo y protección. Nos habla de vida, y donde hay vida hay luz con la que la ciudad queda alumbrada y alumbra a todo el que se hospeda en ella. ¡Oh la Luz, qué hermosa comparación nos ha puesto Jesús de lo que es un cristiano en el mundo!

Pero también, pone el Señor otra comparación: “tenemos que ser sal, la sal del mundo”. Y es que, si la sal no sala, si ha perdido su facultad de salar y conservar, si echada sobre el mundo ya no “escuece”, es que “sólo sirve para tirarla fuera y que sea pisada por la gente”. Esta imagen es real, pues en los pueblos judíos cuando algo no servía para nada, se tiraba fuera de las casas y era hollado por las pisadas de los transeúntes”. Nosotros, por la gracia de Dios, recibimos la sal sobre nuestras cabezas y con el agua bendecida por la Trinidad, quedamos transformados en “algo” que no eramos: somos hijos de Dios por adopción, por un acto de gran benevolencia y amor sobre cada uno de nosotros. Como éstos, son dones sobrenaturales, se perciben solo con la fe que, se nos regala también en el bautismo. Y así, revestidos de la Luz del Amor, podemos ir en busca de las ovejas que, quizás se hayan dispersado o perdido. Y con la Palabra de Dios en los labios y en el corazón, proclamamos el Amor, que Dios nos ha tenido y que tiene a cada hombre que, lleva la impronta de la semejanza divina. Pues si tenemos ya la Luz, no podemos ocultarla, sino que, ante ella, todo quedará al descubierto y patente.

¡Andemos pues en nuestros días con dignidad, la que tiene un cristiano en este mundo pues no hay dignidad mayor! ¡Qué el Señor nos visite con su Luz y nos revista de su Amor, así, andaremos en una vida nueva, de forma que quien nos contemple, pueda decir: “¡ahí va un cristiano, y se parece a Jesús su Señor y Maestro!

¡Hazlo Tú en nosotros, mi Dios! ¡Amén! ¡Amén!

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