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¡DANOS MÁS FE, JESÚS!

5 Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe.»

6 El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: "Arráncate y plántate en el mar", y os habría obedecido»

7 « ¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: "Pasa al momento y ponte a la mesa?"

8 ¿No le dirá más bien: "¿Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?"

9 ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado?

10 De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer.» (Lc. 17, 5-8)

“Señor, danos más fe”. Si dicen los apóstoles “más”, quiere decir que ya tienen fe. Y lo saben porque han creído en Jesús y lo han seguido, dejando todo lo que no sea estar con Él, como les dijo Jesús al elegirlos. Pero ven que, en el Maestro, hay una confianza en Dios más grande que, ellos todavía no alcanzan: es un abandono actuado por el amor. Jesús realiza milagros y curaciones que ellos no pueden hacer. Y eso que,reciben de continuo sus enseñanzas y tratan de ir siguiendo sus pasos. Esa “fe activa”, es la que le piden.

Y la respuesta de Jesús es sorprendente: “si tuvierais una fe como un granito de mostaza, haríais obras mayores que las que estáis viendo”. Y es que, “el granito de mostaza, es la semilla más pequeña, pero cuando crece, se hace un arbusto donde anidan los pájaros”. Sí, es verdad que su fe es ahora pequeña, pero si perseveran en el seguimiento de Jesús, “la fuerza germinativa” que, es el Espíritu Santo, les hará crecer y a su sombra, muchos hombres y pueblos llegarán a conocer a Jesucristo y su Amor salvador.

Ahora, lo que tienen es que, perseverar en la escucha atenta al Maestro y seguir su Palabra, porque, la Palabra de Jesús, “la Palabra de Dios, es viva y eficaz y más tajante que espada de doble filo y penetra hasta la división del alma y del espíritu... Y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Heb. 4,12)Todo, queda desnudo a sus ojos. ¡Qué gran confianza y reposo, nos da el saber que estamos vigilados por la Palabra! Y nos vigila, para poder amarnos más y que cada día, nos convirtamos más, también, hacia su Corazón.

Cuando nuestra fe sea muy grande, porque la gracia de Dios la ha hecho crecer, a ejemplo de María, la Madre de Jesús. Cuando nos parezca que, estamos muy cerca de Dios, ¡cuidado de que no se engría nuestro corazón, porque siempre seremos “unos pobres siervos”, cuya grandeza será en todo momento, el “haber hecho lo que teníamos que hacer”: ser servidores de Cristo! Y en esto, no añadimos nada a Dios, ni nuestra entrega es motivo de alabanza, por parte del Señor, sino que, los que salen engrandecidos, en ser esclavos de tan gran Amo, somos nosotros mismos.

Por esto, nuestra respuesta será siempre, la acción de gracias. Porque, si miramos detenidamente, siempre estaremos en deuda de Quien no se ha reservado nada para decirnos que nos ama: ¡Se nos ha dado a Sí mismo en su propio Hijo y con Él, todas las cosas! ¿Qué más podía hacer que no haya hecho todavía? No parece, sino que el verdadero “siervo” y “esclavo” es el mismo Jesús y nosotros, los “señores” y “dioses”.O, ¿no es eso lo que dijo Jesús en su Última Cena: “Yo estoy entre vosotros, como el que sirve?”.

¡Estemos muy contentos de haber recibido el germen de la fe, pues, aunque ésta fuera pequeña, es un regalo inconmensurable! ¡Cuidémosla, acariciémosla con nuestra oración y un amor hecho de confianza y abandono en sus manos! ¡Amén! ¡Amén!

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