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LOS TRES ARCÁNGELES DE DIOS: MIGUEL, RAFAEL Y GABRIEL

47 Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»

48 Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?» Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» 

49 Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» 

50 Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» 

51 Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.» (Jn. 1, 47-51)

 

“Los arcángeles de Dios, poderosos ejecutores de sus órdenes, pronto a la voz de su palabra”. Primero, son “poderosos”, firmes y fieles en la escucha y obediencia a las órdenes de Dios. Y, seguidamente, afirma el salmo que, “son prontos a la voz de su palabra”. Y, sabemos que la Palabra de Dios, es su Hijo Unigénito, el Amado y Elegido. Pues, ante Éste, los arcángeles y los ángeles, se inclinan profundamente en adoración, porque es Dios, con el Padre y el Espíritu Santo.

Ellos, son espíritus puros, sin materialidad alguna, por ello, son invisibles y escondidos a nuestros sentidos.Pero, no por esto, dejan de comunicarse con los hombres, pues Dios, nos hizo carne y espíritu y entre nuestra alma y los ángeles, hay una corriente celestial, porque Dios lo quiso así. Son protectores de los hombres, en vistas a su salvación y es que “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad”. Y en este fin, los ángeles juegan un precioso papel con el hombre: ¡Cuántas veces, nuestros ángeles, nos han apartado de caer en una tentación sugestiva, haciéndonos ver la belleza excelsa del bien y la virtud! ¡Cuántas veces, habiéndonos dejado llevar de gustos y placeres nos sentíamos abatidos y a ras de tierra y ellos, con sus alas, nos han hecho remontar el vuelo hacia lo alto y nos han devuelto al calor amoroso del Corazón de Jesús! Ellos, nos protegen mucho más que, lo que nosotros nos preocupamos de nosotros mismos.

Y los ángeles, nos muestran a Dios como en el sueño que tuvo Jacob: “Soñó con una escalera apoyada en tierra y cuya cima tocaba los cielos. Y he aquí, que los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. Y vio, que Yahvé estaba sobre ella” (Génesis 28, 10- 13). Ésto, ya no en sueños sino en realidad, le aseguró Jesús a Natanael: “Yo os aseguro que, veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre”. Y es que, en vez de Yahvé en lo alto de la escala, ahora es Jesús el que desde el cielo nos lanza una vía de salvación a la tierra: su Humanidad que, es puente por donde los ángeles de Dios suben y bajan, enviando sus gracias y dones y portando hacia el cielo nuestra fidelidad a estas gracias y sobre todo, la fe y el amor que tenemos a Jesús, el Hijo de Dios y Hermano nuestro.

¡Seamos deudores agradecidos a tan fieles ministros del Señor que, olvidando su condición de espíritus puros, se ponen al servicio del hombre, ser tan pequeño y débil, pero a quien Dios confirió “su imagen y semejanza”! ¡Amemos a estos seres tan bellos y fieles a Dios, e invoquémosles como compañeros que “nos rodean y cubren con sus alas y sus plumas” y “no permiten que nuestros pies tropiecen en la piedra”!

¡Dios mío, gracias por el regalo valioso e insustituible de tus ángeles! ¡Bendito y alabado seas Jesucristo!¡Amén! ¡Amén!

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