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EL ALMA, VIVE POR TU CUERPO Y SANGRE

Las gentes lo supieron, y le siguieron; y él, acogiéndolas, les hablaba acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados.
12 Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado.»
13 El les dijo: «Dadles vosotros de comer.» Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente.»
14 Pues había como 5.000 hombres. Él dijo a sus discípulos: «Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta.»
15 Lo hicieron así, e hicieron acomodarse a todos.
16 Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente.
17 Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos. (Lc. 9, 11b-17)

“El Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y dando gracias, lo partió y dijo: “Esto, es mi Cuerpo que, se entrega por vosotros”. Y lo mismo hizo con el cáliz: “Este cáliz, es la Nueva Alianza en mi Sangre; haced esto, en memoria mía” ... “Es la proclamación de la muerte del Señor, hasta que vuelva” ...

¡Inmenso Misterio de Amor que, perdurará hasta que vuelva el Señor en su Segunda Venida!... Sin comer su Cuerpo y beber su Sangre, no puede vivir, el que, ha creído en Jesús y busca la verdadera Vida. Sólo en Él, se va construyendo el “hombre interior”, ese que, espera con ansias y sin temor, el Día de su manifestación en gloria… Él, dijo que vendría, esto es de fe, lo que no sabemos es cuándo, pero esto, no perjudica en absoluto nuestro itinerario de Amor y esperanza, porque tenemos “un alimento celestial” para el camino: su Cuerpo que, nos habita y su Sangre que, nos purifica y hace arder nuestro corazón en amor hacia el Resucitado. Aquél que ha dado su vida por mí y me alimenta con la “leche preciosa” de su ser. Él, habita en mí y me empuja a una vida más elevada, a ser ese “hombre nuevo” que, Jesús nos ha conseguido con su Pasión, Muerte y Resurrección. Y si Jesús, con su Cuerpo, vive realmente en mí, “Ya no soy yo el que vive y actúa en mi alma”, y en todo mi cuerpo...

Esto, es el principio de la vida eterna, ya comenzada en la tierra... Porque esta presencia continuada, me está empujando a sumergirme en el Amor que, es el Espíritu Santo. Él, no sabe otra cosa que “contemplar al amor y dar lo contemplado” que, no es más que Amor. Por esto, “ya sólo en amar es mi ejercicio”, como dijo muy bien San Juan de la Cruz...

Jesús, nos manifestó: “mi Padre actúa, y yo también actúo”: Pero como “Dios es Amor”, nada hay en Él que, no sea amar y por tanto entregarse... Porque amar y entregarse, tienen la misma raíz...

El Cuerpo y la Sangre del Señor, nos enseñan también, a “tomar nuestra cruz cada día” y, negándonos, en lo que, es búsqueda de mí mismo, seguir por el mismo camino por donde Él transitó... Pero no tengamos miedo de lo áspero de la palabra “renuncia”, pues Jesús, nos prometió “estar con nosotros todos los días de nuestra vida” ... Si Él, nos lleva de la mano, como un papá agarra a su niño, confiemos y dejémonos guiar por tan buen Papá y Maestro... Si surgen temores y dudas, éstos, no son de Dios, sino de el Enemigo que, nada teme más que, nos alimentemos de este “manjar del cielo”. Él, no entiende este “gran Misterio de Amor”, porque es el egoísmo y la maldad, con todos sus secuaces, hecho Persona, y ésta, detestable por sus obras... “Tengo al Señor conmigo y con Él a mí derecha, no vacilaré”, porque Jesús cargó también sobre sí, mis debilidades y pecados...

¡Señor, que, no deje nunca de alimentarme con tu Cuerpo y Sangre, es tu gran Don para nuestra pobreza!... ¡Revísteme, al comerte, de tu fuerza y de tu divinidad que, ya es Vida Eterna, aquí y ahora!...

¡Gracias Dios mío, no sé más que darte gracias y vivir muy alegre y confiado en Ti!... ¡Amén, Amén!...

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