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ESTA VIUDA POBRE, HA ECHADO MÁS QUE NADIE

38 Decía también en su instrucción: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas,
39 ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes;
40 y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa.
41 Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho.
42 Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as.
43 Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro.
44 Pues todos han echado de los que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir. (Mc. 12, 38- 44)

Jesús está sentado frente al tesoro del Templo y observa a los personajes que deambulan por él… Mira y contempla y le salta a la vista la actitud arrogante y vanidosa de los escribas: ellos son gente hipócrita, lo que hacen es para que los vea la gente y Jesús pone en aviso a los que le escuchan, para que sean prudentes con este tipo de personas, porque buscan los honores y la alabanza de los hombres: viven de cara a sí mismos y a sus ambiciones y han desplazado de su vida el honor que deben a Dios y no viven en su presencia para que sea Dios mismo el que alabe su vida y no echen a perder su alma, con los fuegos fatuos de la lisonja de los hombres…

¡Ah, qué buen Evangelio para un examen de conciencia serio de nuestra vida íntima, ¡en relación con Dios y con los hombres!... ¿No buscamos con frecuencia el halago de los hombres para inflarnos de vanidad? ¿O quizás, ofrecemos una apariencia noble y virtuosa, cuando en verdad comprobamos una y otra vez que somos unas pobres criaturas débiles y llenas de imperfecciones?... Este compararnos con la Palabra de Dios nos ha de llevar a la conversión, a una vuelta a la sinceridad y a la sencillez...

En contraste con estos escribas, se acerca al tesoro del Templo, una viuda pobre, un ser insignificante que nadie mira y menos lo que hace. Ésta, su condición, le da libertad para estar exenta del “¿qué dirán de mí?”... ¡Qué buena situación para mantener el corazón sincero y que sabe Quién le juzga sus acciones!: “Se acerca al cepillo del Templo y echa sus dos monedillas”... Esto es muy poco materialmente, pero Jesús les descubre a los suyos lo grande de este gesto: “Ha echado más que nadie, porque pasa necesidad y ha echado todo lo que tenía para vivir”. ¿Es que la viuda pobre podía pensar que el Templo, con el culto y sus sacerdotes, pasaban más penurias que ella en su mísera vida?... ¡No, la pobre dio todo lo suyo, porque Dios les pedía a todos sus fieles dar de sus bienes al Templo!... Lo que hizo esta mujer fue un acto precioso de culto a Dios. Seguro que le habría oído a Jesús: “Vosotros buscad lo primero el Reino de Dios y su justicia y lo demás se os dará por añadidura”. Sabía que Dios, si ella lo adoraba, era capaz de que no pasara necesidad. De todas formas, valoró más los bienes del Cielo que las riquezas de la tierra y esto hasta a Jesús le arrancó palabras de admiración y de alabanza…

¡Lo que es verdad, es que, los pobres se identifican, en general, más con la humildad y la mansedumbre que los ricos!...

¡Seamos pobres en el espíritu y no ansiemos lo que reluce, pues Dios puede colmarnos de bienes en el alma en un instante, para que así seamos capaces de contemplar su gloria!... Pues, ¡no olvidemos que nuestro Dios es el más humilde y el que más se empobreció, ¡por amor a nosotros!... ¡Qué así sea en nosotros!...

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