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JESÚS, ES UN TESORO ESCONDIDO

44 « El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. »
45 « También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas,
46 y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra. (Mt. 13, 44-46)

“En verdad Tú eres un Dios escondido... el Salvador”, que nos dice el salmo... Pero sigue asegurando: “No te hablé a escondidas, en un país tenebroso, no dije a la estirpe de Jacob: buscadme en el vacío”... “No hay otro Dios fuera de mi”...

Nuestro Dios está escondido y no está escondido. Está oculto, para que veamos que nos acercamos a un gran Misterio; pero a la vez se nos desvela para que, buscándole, lo hallemos... Es lo que nos dice la Palabra de Dios en estas dos parábolas de Jesús...

Él habló a la gente del Reino de Dios, que es Él mismo, como un tesoro que estando oculto en la tierra un hombre lo encuentra, y al ver todo su valor incalculable, lo vuelve a enterrar y en secreto, vende todo lo que tiene y compra el campo... ¡En verdad que su hallazgo debe de ser valiosísimo para apostar por quedarse sin nada de lo suyo y poseer el campo con su tesoro escondido!... Y esta imagen del Reino está impresa en el corazón del hombre y Dios mismo la puso en él… Recuerdo cuando yo era pequeña que jugábamos a “esconder tesoros”. Buscábamos en la tierra un trozo de taza o plato roto, pero que tuviera una flor bella impresa. Y cuando la encontrábamos hacíamos un hoyo en la tierra, la colocábamos con un cristal encima y volvíamos a esconderle... Después, íbamos a escarbar y “descubríamos nuestro tesoro”, que se veía a través del cristal... ¡Éste era un juego emocionante y lleno de sorpresas muy alegres!... El que ha vivido esta experiencia sabe lo que es “hallar un tesoro escondido”...

Pero esto, que es con cosas humanas, ¿qué no será cuando lo que se descubre es al mismo Dios, en Jesucristo?... ¡Él sí que es lo que más anhela nuestro corazón!... ¡El que ha tenido la gracia de haberle encontrado, como este hombre de la parábola, sabe lo que digo: uno está transportado a otro mundo, ¡porque todo a sus ojos es nuevo y se ha despertado en él una alegría nunca experimentada y un amor que parece va a estallar el corazón de gozo y acción de gracias a Dios!... Y es como si apareciera ante los ojos que somos sus hijos y esta filiación, Dios la despliega, cubriendo toda el alma y todo el ser... ¡Os digo que éste es un feliz estado para convertirse al Amor de Dios, y esto sin ningún esfuerzo y como arrastrado por el Amor!...

¡Pidamos a Dios este encuentro, porque no está lejos de nosotros!: “al que me ama, lo amará mi Padre y lo amaré Yo y me manifestaré a él”... ¡Y si esto nos parece difícil, hagamos la experiencia de lanzarnos en busca de “el tesoro escondido”!…

¡Amen, qué así se haga en nosotros!... “¡Sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor!” ...

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