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¿PERO AÚN NO TENÉIS FE?

35 Este día, al atardecer, les dice: «Pasemos a la otra orilla».
36 Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él.
37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca.
38 El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».
39 El, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: “¡Calla, enmudece!» El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza.
40 Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?» (Mc. 4,35-40)

Hay un pasaje en el Evangelio en el que Jesús se admira: “Y se extrañó de su falta de fe". Y en este Evangelio de hoy: “¿Aún no tenéis fe?”: “!Viendo tantos signos y milagros todavía os preguntáis: ¿pero será verdad que es el Mesías esperado, el Enviado por Dios, el que viene a salvarnos?... ¡Ven que les está salvando “ya”, que les libra de enfermedades, de demonios y hasta de perecer en medio de las olas del mar encrespado, que parece devorarlos!... Pero “Jesús, en medio de los peligros y dentro de una barca que zozobra, está dormido en la popa sobre un cabezal”... Por mucho que arrecien las amenazas, Jesús está en paz, desafiando con su fuerza y poder todo lo que quiere destruirles... El mar lo obedece, la tormenta se pone bajo sus pies al conjuro de su Palabra omnipotente: “¡Silencio, enmudece!”...

¡Y ante todos estos milagros, los discípulos “se admiran”!. Pero la admiración es tan sólo el umbral de la fe, ¡pero no la fe misma!... Porque la admiración abre una brecha entre Jesús y la impotencia del hombre, por ello “tienen miedo”. Pero lo fe nada teme, porque no se apoya en uno mismo, ni siquiera en su insignificante poder, sino que el punto de apoyo de la confianza está en el mismo Jesús que todo lo puede, además que “sin Mí no podéis hacer nada”... Sí, es verdad que para el hombre es “un salto en el vacío” porque, antes de saltar a los brazos de Jesús, no se ve nada donde sostenerse y es que esto no es una cuestión de ver o sentir, es cuestión de fe... Y la fe, no lo olvidemos nunca, es un Don grandísimo de Dios que nos concede primariamente en nuestro bautismo... Después, la da a quién quiere y como quiere. Pero como es el Espíritu Santo el que da este regalo, hay que pedírselo sin ver y después lo obtendremos. Jesús nos aseguró: pedid y recibiréis”… Y “mi Padre del cielo, ¿cómo no os dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”... Esto es cuestión de obediencia a Su Palabra, que nos dice cosas de las que no tenemos experiencia, pero que son Verdad, porque “Dios es la Verdad misma”… “Obediencia", que es “el oído bien abierto” para recibir “las vibraciones” que vienen de otro mundo y al que sólo podemos acceder de la mano de Jesús y con el único apoyo de su Palabra viva y eficaz...

¡No tengamos miedo mientras estemos pegados a Jesús, pues este “contacto” nos hace omnipotentes, con la fuerza de Dios que está a nuestro favor, si le somos fieles... “¡Sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor!”... ¡No nos dejemos vencer por nuestras potencialidades, que son exiguas, miremos más arriba y recibiremos, a manos llenas, la paz, la seguridad y la confianza alegre y desenfadada, que piensa poco en sí mismo, pero ama mucho a Jesús, Nuestro Señor, Nuestro Amor y nuestro Dios!... ¡Amén, amén!...

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