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YO DOY MI VIDA POR LAS OVEJAS

11 Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.
12 Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa,
13 porque es asalariado y no le importan nada las ovejas.
14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí,
15 como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.
16 También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor.
17 Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo.
18 Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre. » (Jn. 10, 11-18)

Jesús es el “Buen Pastor” porque las ovejas son suyas y las cuida llevándolas a jugosos pastos. Y cuando están en peligro, porque ve venir al lobo o alguna se le extravía, no las abandona a su suerte, sino que las protege, las arropa y las busca. Y esto porque las ama y por ello da su vida por cada una. El amor le da un conocimiento profundo del itinerario de cada una de sus ovejas…

Y pone aquí Jesús lo contrario del Buen Pastor, que es el que recibe un sueldo por cuidarlas. A él no le importan las ovejas sino el dinero que recibe por estar con ellas. Así, cuando hay peligro, huye y “pone a salvo su vida” y el lobo hace estragos en el rebaño... Jesús es la figura antagónica de este mal obrero que ni siquiera es pastor.

Jesús conoce a cada oveja. Él las ha creado para Sí, sólo por amor. Dios no tenía necesidad de nosotros, pero la abundancia de su poder necesitaba derramarse con todos sus beneficios. Y así se hizo “ovejas” a imagen y semejanza de Sí mismo, porque su amor es siempre difusivo. Y este amor es siempre Vida y como es Dios ésta es Vida Eterna. Dar su vida por éstos, que son suyos, es el fin de su entrega por amor. Su Amor no se encierra en el gozo eterno de las Tres Personas Divinas, necesita depositarse en otros seres semejantes a Él: el hombre, su amada criatura en quien tiene sus complacencias... Y esto, en la dinámica del hombre muy frágil que no es agradecido ni valora la entrega hasta dar la vida de su Pastor: “yo las amaré sin que lo merezcan”... ¡Su gracia nos ha de ayudar en devolver amor por Amor infinito y nosotros estaremos atentos a esta puerta que se nos abre para ser agradecidos!...

Pero la donación de nuestro Divino Pastor no acaba en el fracaso, por más que lo defraudemos, porque “libremente” nos dio su vida y libremente la recupera: ¿cómo nuestro pecado, por grande que sea, puede hacer morir a la Vida misma?... Éste es el mandato del Padre hacia su Hijo: que lo dé todo por Amor y lo recupere con el mismo Amor... ¡Padre e Hijo siempre unidos en la forma y modo de la salvación de sus ovejas!... Siendo esto así, ¿cómo puedo pensar que el Buen Pastor y el Padre, en algunos acontecimientos de mi vida, “se despisten” y me hagan pasar a veces por “tragos amargos”, que ni yo mismo entiendo?... Jesús sabe en su designio de Amor, porqué esto me sucede a mí y no otra cosa... Él quiere que yo también me entregue a Él, con su mismo Amor... Que no sea reticente en abandonarme en sus manos, pues diré siempre: “sé de Quién me he fiado y no quedaré defraudado”...

¡Señor, que nuestra fe crezca hasta llegar al cielo de tu santa voluntad, que sólo desea que sea feliz y bienaventurado por toda la eternidad!... ¡Gracias, pues sé que mi oración siempre es escuchada!...

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