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La Asunción de María

39 En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá;
40 entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
41 Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo;
42 y exclamando con gran voz, dijo: « Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno;
43 y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?
44 Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.
45 ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc. 1, 39-45)

María sube al cielo por el poder de Dios. “Lo que es de la tierra, tira hacia la tierra, y lo que es del Cielo, sube al Cielo”… María, la Madre de Jesús, la Madre de Dios, es del Cielo, porque así lo quiso Dios desde su Concepción Inmaculada… ¡No podía ser de otra manera -dicen los Santos Padres- a la Mujer que Dios- Padre se eligió como Madre de Jesús, su Hijo, el Verbo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad!… ¡Ella no conoció la corrupción de nuestro cuerpo como experimentamos todos!…

¡Ya desde su vida terrena y resucitado su Hijo Jesús, es como si “tuviera prisa” por entrar en el Cielo a la derecha de Jesús, para interceder por todos nosotros, que con Él, la tenemos por Madre!: ¡Madre, la más compasiva!; ¡Madre, la más tierna y acogedora!; ¡Madre, la más poderosa intercesora a favor de los pecadores, que somos todos!... ¡Aunque mal nos pese!... La invocamos en nuestra oración: “¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!”, ¡Madre de misericordia, que siempre nos mira con amor porque somos sus hijos queridos! …

¡La Asunción de María a los Cielos es un Dogma bellísimo, que está preñado de múltiples gracias divinas!… Y ésto lo sabemos porque su fiesta destila un aroma especial, que nos hace decir: “¡Aquí está Dios!”… Y nos hace añorar los bienes del Cielo, para poder estar un día con Ella y con nuestro querido Jesús, ya sin ninguna pena o añoranza; ya sin lágrimas ni dolor; ya sin deseos del cielo, porque todo será abundancia colmada en la posesión…

¡Oh quién pudiera cantar digna y debidamente tu belleza y tus alabanzas, oh María!… ¡Pero sabemos, que sólo los limpios de corazón, pueden cantar y ensalzar las cosas puras, ellos solos las entienden y abrazan!… Por esto los niños, con su simplicidad e inocencia, han hecho siempre las delicias de María: niños ignorantes a los que la Madre de Dios reveló los secretos de su Corazón y ellos los acogieron, tal como los recibían de su boca y de sus labios… ¡Qué bueno que la Iglesia, que es pura en su Cabeza, Jesús, siempre acogió estos mensajes de los sencillos con gratitud infinita y amor!… ¡Y en ello, María es también ensalzada por sus hijos de la tierra!…

¡Honremos a la Madre como honramos al Hijo, pues los dos tienen la misma Carne sagrada!... Jesús, por su Unión Hipostática con el Verbo, es Dios; y María, porque la concepción de Jesús en su seno no fue debida a semilla humana, sino a un germen del Espíritu Santo que la fecundó misteriosamente, y por esto es la Madre de Dios!…

¿No nos admira, al meditar, que Dios tiene una Madre?... ¡El Verbo de Dios, tiene un Padre, desde toda la eternidad! ¡Y “en la plenitud de los tiempos”, Dios-Padre preparó, también, desde toda la eternidad, a una doncella para que su Hijo naciera de Ella en el tiempo!…

¡Bendito sea Dios en María y por María!

¡Estos Misterios son Misterios de fe, que llenan toda nuestra vida de acción de gracias y alabanzas y adoración a nuestro Dios, que así nos ha hecho contemplar estas maravillas de su amorosa Providencia!... ¡Gracias Dios mío!... ¡Gracias, gracias!…

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