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Santa María Magdalena, primer apóstol de la Resurrección

1 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro.


2 Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: « Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. »
11 Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro,
12 y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.
13 Dícenle ellos: « Mujer, ¿por qué lloras? » Ella les respondió: « Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. »
14 Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
15 Le dice Jesús: « Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? » Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: « Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré. »
16 Jesús le dice: « María. » Ella se vuelve y le dice en hebreo: « Rabbuní » - que quiere decir: « Maestro » -.
17 Dícele Jesús: « No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios. »
18 Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras. (Jn. 20, 1-2; 11-18)

Es María Magdalena el primer testigo de la Resurrección de Jesús. “Cuando todavía estaba oscuro, en el amanecer”… Su amor al Maestro no podía esperar a que se hiciera la luz en la mañana de Pascua, ni tampoco en su corazón por la seguridad de que el Maestro estaba vivo… “A oscuras y encelada”, corrió a la tumba de Jesús porque allá estaba su corazón angustiado y dolorido. Todos van y vienen de la tumba a la comunidad, pero ella fue la única que permaneció, esperando lo “imposible”, para su actual esperanza: que le devolvieran a su Amado, el que era su Vida y sentido del estar y el ser…

¡Y porque perseveró en su fe, transida de Amor, vio lo que ninguno de los que siguieron a Jesús vio!: ¡Aparición de ángeles y por fin al mismo Señor!… ¡Qué gran enseñanza para nosotros: el Corazón de Jesús no puede quedar indiferente ante alguien que se obstina en buscarle entre la fe llena de dudas y vacío!… ¡Pero no será tan oscura cuando persevera sin ver ni entender!…

La fe es el soporte, pero el Amor es la dinámica que nos lanza, en una ausencia llena de esperanza, por la acción del Espíritu Santo, con su gracia poderosa… ¡Nadie entra ni pudo entrar en esa corriente de gratitud y Amor hacia Jesús y de Jesús hacia ella!… Por eso, cuando manifiesta: “¡He visto al Señor y ha dicho esto!”, no la creen en absoluto. Dicen: “¡Son cosas de mujeres y delirios de su mente!”…

El amor de todos éstos por el Maestro no había roto todavía los “diques” de lo lógico y razonable: “! Un muerto no resucita por mucho que se lo hubiera dicho Jesús!”… ¡Lo imposible y absurdo, por el Amor, se hace realidad!… ¡Por eso, el Amor lo puede todo, pero necesita el “humus” de la vigilancia y perseverancia en la búsqueda!…

Aunque a María Magdalena ninguno la creyó en su anuncio en un principio, la historia le ha dado la razón, porque ésta está exenta de prejuicios y despojada del ropaje de “lo que debe ser” a nuestra débil lógica humana…

Cuando Jesús, en su aparición, la llamó por su nombre: “¡María!”, ella se abalanzó al cuerpo de Jesús, que es lo que tenía presente… Pero el Señor la paró y le dijo: “¡No me toques!… Ve a mis hermanos y diles”… El ansia del encuentro necesita “la presencia y la figura”, pero Jesús invita a María a estar con Él, aún más subido y exento de formas materiales, porque “éste es el sitio y la morada que Jesús nos ha preparado en el cielo”… Y la vista de su Amor la lanza más allá, a “una misión”, como primer apóstol de la Resurrección de Jesús…

Aunque este anuncio cayó de momento en el vacío entre discípulos muy torpes, pero también muy “sesudos”; y aunque les mandó Jesús por boca de esta mujer: “Id a Galilea, allí me veréis”… Condescendió con su debilidad y se fue apareciendo uno a uno y a todos, “dándoles muestras de que estaba vivo”…

¡Señor, que no seamos tan duros de cerviz y de corazón para creer las cosas maravillosas que realiza tu poder en las almas sencillas y puras: ellas reciben más luz “porque aman mucho”!…
¡Que tu Santo Espíritu, nos convierta a tu Amor!…

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