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ABNEGACIÓN PARA TOMAR LA CRUZ

25 Caminaba con él mucha gente, y volviéndose les dijo:
26 « Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío.
27 El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
28 « Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla?
29 No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo:
30 "Este comenzó a edificar y no pudo terminar."
31 O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con 10.000 puede salir al paso del que viene contra él con 20.000?
32 Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz.
33 Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío. (Lc. 14, 25-33)

Quien ha descubierto a Jesús, (momento importantísimo, no sólo en la vida de uno mismo, sino en la vida de la humanidad y de todo el universo, ¡es un momento trascendente y estelar!), sus ojos y su corazón se llenan de la mirada y del amor único del Hombre-Dios que así se ofrece a cada uno de nosotros, sin pedir nada a cambio. Entonces, sin hacer ningún esfuerzo, todos los demás amores caen mucho más abajo. Todo nos parece nada y menor, comparado con ese amor de Cristo que se nos ha manifestado…

La palabra “renuncia”, sólo se da cuando hay apego a nuestros bienes y uno quiere satisfacerse con ellos. Pero cuando el corazón está ocupado enteramente por “El Amor”, entonces no existe ese tirón existencial por las cosas…

El corazón del hombre sólo puede ser feliz cuando está ocupado en su totalidad y Dios lo ha hecho para ser llenado por Él… Pero el hombre es capaz de romper este proyecto primario de Dios haciendo parcelas y compartimentos con la ingenua creencia de que dividiéndose, podrá disfrutar más y de más cosas: este poco de amor para la familia, otro poco para las cosas que me rodean, otro para lo que me da gusto y gozo inmediato… Y si es algo sensato, se da cuenta de que todo le cansa y hastía, porque está hecho para la unidad y Uno sólo es Dios y de Él se derivan ordenadamente otros amores: “te buscaba fuera y estabas dentro de mí”. Y este buscar la unidad, lo llama Jesús “tomar la cruz”. Porque lo que contraría nuestro natural veleidoso, siempre será cruz… Pero negarse, por amor a Jesús, es ponerle a Él como mi mayor Amor y valor de la vida…

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