BIENAVENTURADO QUIEN NO SE ESCANDALICE DE MÍ
2 Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle:
3 « ¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro? »
4 Jesús les respondió: «Id y contad a Juan lo que oís y veis:
5 los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva;
6 ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!»
7 Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?
8 ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten con elegancia están en los palacios de los reyes.
9 Entonces ¿a qué salisteis? ¿A ver un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta.
10 Este es de quien está escrito: He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino.
11 « En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él (Mt. 11, 2-11)
Juan, está en la cárcel encadenado. Él sabe en su interior que su vida llega a su fin. Muestras le ha dado Dios de que su Hijo Jesús, es el Mesías esperado. Él mismo, lo bautizó en el Jordán y vio abrirse el cielo con una voz bien precisa de lo alto: “Éste es mi Hijo el Amado, escuchadle”. Y, sin embargo, en esos días de soledad y silencio de Dios, en la cárcel, también el Enemigo se acercó en su oscuridad, y le insinuó:“Éste, no es el Mesías de Dios, quizás sea otro que está por venir”. Juan,se siente agobiado por estas voces que lo acosan en la misma cárcel. Entonces acudió a sus hermanos para que fueran directamente a preguntar a Jesús, por su identidad.
Y Jesús, no les responde con palabras, sino con sus obras: “Los cojos, los ciegos, los leprosos, etc. todo son curados y, los pobres son evangelizados”. Y añade una frase para Juan, que le haría pensar y mucho: “Y bienaventurado quien no se escandalice de mí”.
Sí, Juan se agarró fuertemente a esta Palabra de Jesús que, le iba directa al corazón. Y, con esto, su alma descansó y, optó con la gracia, por confesar a Jesús, el Mesías, hasta la muerte.
Juan, no se escandalizó de un Mesías Rey que, siendo pobre, estaba salvando a su pueblo Israel y, a todos los pueblos de la tierra. Porque, escándalo para la mente es ver frustradas sus esperanzas en lo que uno imaginaba que salvaría a sus hermanos, apareciendo como un rey que,llega aplastando a los hombres. Al contrario, Juan recordó con amor y cumplidas sus expectativas al rememorar el texto luminoso de Isaíasque, además, lo anuncia, como el Cordero manso de Dios que, borra todos nuestros pecados en su Pasión y Muerte.
Y ante esta confesión silenciosa, a su favor, Jesús, es ahora, quien ensalza ante todos a Juan, llamándole como “el hombre más grande nacido de mujer”.
Hoy, a nosotros, Juan nos está interpelando nuestra fe y abandonó en las manos de Dios cuando nos toque confesar también a Jesús en nuestras dolencias y sufrimientos. ¡Cómo Juan, cultivemos también nosotros el silencio interior y una fe que mueva las montañas! ¡Seamos como él de pocas palabras y muchas obras de Dios que, confiesan a Jesús como El Salvador esperado y acogido!
¡Juan Bautista, enséñanos de parte de Dios y, con su gracia, a distinguir al verdadero Enviado de Dios de todos esos mesías falsos, que hoy nos ofrece el mundo! ¡Ellos, son charlatanes y maestros de la mentira!¡Dios, y, Señor mío ¡dame el don de discernimiento de espíritus y todo será para nuestra salvación y tu mayor gloria! ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!



