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NO HAS RECONOCIDO EL DÍA DE MI VISITA

41 Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella, 

42 diciendo: «¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos. 

43 Porque vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, 

44 y te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita.» 

 

De nuevo, aparece ante los ojos de Jesús el Templo de Jerusalén. Es el Templo que Dios, desde antiguo, se eligió para que su pueblo le ofreciera dones y sacrificios. Varias veces, este Templo fue destruido por los pueblos invasores y volvió a ser reconstruido por los judíos fieles, pero las profanaciones del Templo del Señor se sucedieron,precisamente por los mismos judíos. Ellos provocaron su destrucción en varias épocas, y por fin, en el año setenta, fue destruido por Tito,emperador romano, que “sitió Jerusalén y no dejó de ella piedra sobre piedra”. Esto era exactamente lo que profetizó Jesús y le hizo derramar lágrimas amargas. “¡El encanto de sus ojos, el gozo de su corazón!”, fue definitivamente destruido. Y la causa que no lo evitó fue que “no reconocieron definitivamente el tiempo de su Venida”.

Jesús, se encarnó, vivió y al final, llevó a cabo una apretada predicación para provocar en el corazón de su pueblo la conversión. Pero ellos no quisieron convertirse de sus malas acciones. “¡Cuantas veces quise reunirte como la clueca reúne a sus pollitos bajo sus alas y no habéis querido!”. ¿Qué dejó de hacer Dios para atraer a Sí a su pueblo?: ¡Nada, todo lo hizo porque los amaba como a las niñas de sus ojos! Con esto,mostró que el corazón del hombre es duro. Y, esta reflexión, ¿no nos está a nosotros, hombres de nuestra época, invitando a no repetir en nuestras vidas las infidelidades de su pueblo elegido, Israel?.

Nosotros hemos contemplado, a la luz y la fuerza del Espíritu Santo, la entrega total de Nuestro Señor en la Cruz y todo el amor que rompió en una cascada, una vez muerto, cuando su Corazón fue traspasado por una lanza cruel. ¿Qué más queremos ver de este Corazón, todo ternura y caridad?.

¡Si oráramos con las mismas entrañas, con las que oraba Jesús a su Padre Dios, también nosotros lloraríamos lágrimas de arrepentimiento ante la oferta de Jesús que tantas veces ha sido despreciada y olvidada!

¡Jesús divino, míranos con tu amor y seguiremos tus pasos en la vida y hasta la muerte ¡Queremos vivir eternamente contigo, porque nos has contagiado con todo tu Amor, y ya no podemos vivir sino para Ti y contigo! ¡No te alejen nuestras lágrimas derramadas por nuestros pecados, pues son el homenaje de nuestro amor ansioso, y solo deseoso de ti!

¡Sabemos que Tú sólo quieres amadores y fieles discípulos! ¡Haznos uno de ellos. Insinúame, mi Dios, ¿qué deseas ahora de mí para agradarte en mi pensar y obrar? ¡Ya, ya sé que es tu Espíritu Santo el que me dará a saber la ciencia y la sabiduría de “amarte sobre todas las cosas”! ¡Te espero con toda confianza, y abandono! ¡Hazlo ya, Jesús!“¡Jesús dulce, Jesús amor!” ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!

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ESCUCHAR A LA PALABRA ES DAR EL CIENTO POR UNO

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1 Y otra vez se puso a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar.  

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