LA PERSEVERANCIA EN LA FE Y EN EL BIEN, NOS SALVARÁ

5 Como dijeran algunos, acerca del Templo, que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo:

6 « Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida. »

7 Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?»

8 El dijo: «Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy" y "el tiempo está cerca". No les sigáis.

9 Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.»

10 Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino.

11 Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo.

12 « Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre;

13 esto os sucederá para que deis testimonio.

14 Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa,

15 porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios.

16 Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros,

17 y seréis odiados de todos por causa de mi nombre.

18 Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza.

19 Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. (Lc. 21, 5-19)

Jesucristo, aunque vive en el tiempo por ser Hombre verdadero, ve los acontecimientos futuros en un presente, sin por ello, acelerar los tiempos de Dios. Así, les asegura a los apóstoles que, el Templo de Jerusalén, una obra grandiosa del ingenio humano, no ha mucho tiempo, será destruido y no quedaría piedra sobre piedra como así sucedió el año 70, por mandato del emperador romano Tito. Pero no sólo el Templo, sino la nación entera sería hollada por los gentiles.

Nos pinta aquí Jesús, una situación de la humanidad catastrófica: guerras y revoluciones, pestes y hambres,naciones enfrentadas y por si esto fuera poco “grande señales en el cielo”. ¿Y los fieles de Cristo, tendrán que sufrir? ¡Sí, pues ellos son los únicos que, en estos tiempos calamitosos darán testimonio de que Jesús, Aquél que vivió y murió a nuestras manos, ¡es el Señor de la Historia y el Principio y el Fin de este mundo y de los posibles mundos que existan! Porque Dios Padre, le ha dado el Señorío sobre todas las cosas. Esto,que es el gozo y la adoración a Dios de todos los fieles y los santos del Altísimo, será por el contrario para otros, motivo de endurecimiento y maldad que, descargarán sobre éstos que, sólo ponen su confianza en el Señor. Y, así, tendrán ocasión de dar testimonio de su fe.

Cuando leemos este Evangelio, tenemos la tentación de pasar de largo, de no querer oír hablar de estas cosas. Pero si somos sinceros, todo lo que nos relata Jesús, está ocurriendo ya y ahora, en cualquier lugar de nuestro planeta. Pensemos en la guerra de Ucrania y otras; En el covid y otras pestes mortales que asolan nuestra tierra; Y, sobre todo, de tantos mártires anónimos que sufren persecución y hasta la muerte por confesar a Cristo, el Señor de todos.

Y al final, la Palabra de Jesús, nos vuelve a confortar y hace crecer nuestra fe y confianza en Él: “ni un cabello de vuestra cabeza perecerá, porque nuestra perseverancia en el bien y en la escucha de su Palabra,nos hará salvar nuestra alma”.

Nosotros, no somos Dios, por ello, no podemos cambiar el mal en bien, ni torcer el curso de la historia, pero tenemos a cambio un arma poderosa: la oración insistente a Dios para que Él, haga como desee su voluntad y en su misericordia, que no defrauda, nos regale la perseverancia hasta el final en confesar su Santo Nombre ¡Y esto, aunque el universo entero desaparezca como un castillo de arena! ¡Somos del Señor porque Él nos ha creado y nos ha dado todo lo necesario para que un día podamos estar, ya sin amenazas, junto a Él en el cielo! Esta es nuestra fe que, deseamos mantener con constancia y amor. Y nuestra confianza no quedará defraudada.

¡Hazlo por tu amor, Señor Jesús! ¡Mantennos en tu Palabra, de pie, cuando aparezcas! ¡Amén! ¡Amén!

Imprimir

ImagenCookies

Hola! ¡Bienvenido a la página web del monasterio de san Blas! Nos encanta verte por aquí y esperamos que este sitio sea un lugar donde puedas encontrarte con Jesucristo Resucitado. Tan sólo queremos pedirte un favor: para mejorar la página y facilitar tu navegación por ella necesitamos que aceptes nuestras cookies. ¡Muchas gracias y oramos por ti!