SON DICHOSOS, LOS QUE ESCUCHAN Y CUMPLEN LA PALABRA DE DIOS

27 Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer de entre la gente, y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!»

28 Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan.»(Lc. 11, 27-28)

 

Jesús no se cansa de predicar y “dar a conocer el Reino de Dios e invitar a la conversión” para que los hombres amen a Dios, le alaben y le den gracias por todo lo que Él ha hecho por nosotros... Y en una de sus correrías, una mujer entusiasmada levantó la voz y llamó bienaventurada a la madre que lo dio a luz, pues este hijo es extraordinario en su Palabra y en sus obras... Es la alabanza que a veces nos brota espontánea a nosotros mismos, y que dice as, en el lenguaje vulgar: “¡Viva la madre que te parió!”... No, Jesús no rechaza este bello piropo, pues en verdad, su Madre es digna de este elogio y de más por ser la Madre de Dios... Pero Jesús rectifica estas palabras y dice: “Bienaventurado mejor el que escucha la Palabra de Dios y la cumple”. Porque María llevó a Jesús en su mente y en su corazón antes de llevarle en su vientre; porque lo retuvo fielmente en su interior, por ello pudo después darle a luz, para que el mundo se salve por Él… 

Por esto no debemos añorar el haber visto y tocado a Jesús en su vida, pues hay una presencia de Dios en el alma mayor que esto, que es haberle acogido en nuestro interior por la escucha atenta y amorosa de su Palabra; y después, como algo sagrado, darla a luz, haciendo ávidamente su voluntad en todo lo que desee de nosotros... ¡Y lo que más quiere Dios de cada uno es que seamos santos, como Él es Santo!... Y sólo será posible si vivimos de continuo en su presencia... Porque, hay muchas voluntades y presencias que, no son precisamente las de Dios en nuestras vidas... Son “cantos de sirenas”, con sus ecos y sonidos halagüeños,quieren apartarnos de servir y “amar a Dios con todo el corazón y con toda el alma”...

Es verdad que en todo momento no podemos caminar en su presencia viva, a no ser por una gracia especial de Dios, pero sí que podemos, cuando nos percatamosde que nuestra mente y corazón “vagan por cañadas oscuras”, “volver al Pastor y Guardián de nuestras vidas”: Jesús, y decirle con todo el amor de que seamos capaces: “¡He aquí a tu oveja descarriada que pide, con toda humildad y pobreza, que la tomes de nuevo en tu regazo para sentir los latidos fuertes de tu Corazón, que nos devuelva a tu presencia, al Cielo en la tierrade donde me aparté por mi debilidad e inconsciencia!”. ¿Que más desea Jesús que esto?: “¡Volved, venid a Mí!”...

¡Señor, préndenos en la escucha atenta de tu Palabra y danos el coraje y el atractivo para cumplirla, pues ahí está la verdadera bienaventuranza!... 

¡Gracias Jesús porque siempre mi oración, hecha desde el corazón, es escuchada!... ¡Amén, Amén!...

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