PROMESA DE UNA REVELACIÓN MÁS CLARA.

28 Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre. »
29 Le dicen sus discípulos: « Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola.
30 Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios. »
31 Jesús les respondió: « ¿Ahora creéis?
32 Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
33 Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo. » (Jn. 16,28-33)

Jesús les resume a sus discípulos todo su itinerario, desde que salió del Padre y se encarnó entre los hombres, hasta su vuelta de nuevo al regazo del Padre, después de haber cumplido, con amor y fidelidad, la voluntad de Dios sobre Él… Muy claro se lo dice, porque Jesús sabe de lo que habla, Él es Dios junto con el Espíritu Santo, en el seno de la Trinidad… Y los discípulos entienden y saben lo que su pobre razón puede percibir, por ello, desde su comprensión, afirman que: “Ahora sí que Jesús habla claro”.

El diálogo se hace en dos planos que distan entre sí un abismo: cuando no entendían a Jesús, en sus Palabras, estaban mejor dispuestos, porque las acogían sin entender y ahora que “entienden tanto”, no saben nada. Creen, por lo que entienden, que “ha salido de Dios”.

Y Jesús les responde: “¿ahora creéis?… Pues llega la hora en que os dispersaréis y me dejaréis solo”… ¡Y así fue!… Jesús sabe el futuro y “todos lo abandonaron en la prueba”… Y es que las cosas de Dios, sólo se pueden saber cuándo el Espíritu Santo nos las revela. Y los pobres discípulos todavía no le habían recibido, no era la hora del Espíritu, sino la hora de Jesús en su Pasión.

Estas palabras del Maestro les debieron dejar perplejos: “Os hablo de cosas que van a suceder, para que cuando lleguen, os acordéis de que yo os las había dicho”… En estos momentos han de buscar la paz en Jesús y huir de sus seguridades. Jesús sigue a su lado en todo momento y no los abandona a los poderes del mundo. Porque el mundo es lugar de lucha por sus pasiones; pero el que confía en Jesús tiene su protección en la Paz del corazón, porque la Paz es el saludo que Jesús, en sus apariciones, después de su Resurrección, les daba lo primero: “La paz sea con vosotros”… Y así sucedía, que ante Jesús quedaban confortados y llenos de alegría y nada sentían que les amenazaba…

También nosotros, pegados a Jesús, no sentiremos los infortunios del mundo, sino que su Paz nos rodeará como un escudo y venceremos con Jesús, con el valor de su Espíritu Santo “descanso de nuestro esfuerzo”…

Así, Jesús les dice que tampoco Él está solo ante los poderes de este mundo, sino que siempre estuvo “al Amparo del Altísimo”, junto al Padre y dentro del Padre, por la fuerza del Espíritu Santo… Y este Espíritu es el mismo que les va a enviar “para que todos sean uno, como el Padre está en Jesús y Jesús en sus discípulos”… No sólo la paz les dará desde el Padre, sino también la unidad, para que sean “un solo corazón y una sola alma, por el Amor”…

¡Qué bello programa de vida en Cristo! ¡Pidámoslo a Jesús, para que nuestra alegría sea completa!...

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