LA CRUCIFIXIÓN, LOS DOS LADRONES

35 Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: « A otros salvó; que se salve a sí mismo si él
es el Cristo de Dios, el Elegido. »
36 También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre
37 y le decían: « Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate! »
38 Había encima de él una inscripción: « Este es el Rey de los judíos. »
39 Uno de los malhechores colgados le insultaba: « ¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros! »
40 Pero el otro le respondió diciendo: « ¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena?
41 Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho. »
42 Y decía: « Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino. »
43 Jesús le dijo: « Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso. »(Lc. 23,35-43)

Sí, hablamos de lo que es “realeza” y “poderío” para Dios. Si Él no nos lo hubiera revelado en su Hijo Jesús,
nadie se habría atrevido nunca a formular que en la debilidad acogida, está la fuerza de Dios; que en la
impotencia, la máxima Vida; en el silencio de Dios, la mayor expresión de la Palabra, de la hablada y de la
no pronunciada, pero la más elocuente…

Dios, al principio, dotó al hombre de la razón y la cordura, para que en ellas siguiera sus Mandamientos.
Pero “en la plenitud de los tiempos”, en Jesús, nos ha manifestado la gran revelación. ¡No, el Evangelio no
es razonable porque está basado en el Amor y precisamente no en un amor lógico, sino en el amor loco de
un Dios que entrega su Hijo a unos hombres que son pecadores y por tanto, en su pecado, sabía Dios y se
arriesgó a que destrozáramos Don tan alto!…

Y así fue: crucificamos tan gran Regalo, por el simple hecho de que no era de la tierra y terreno, como
nosotros, sino del Cielo… Lo que el hombre no entiende por ser sobre su naturaleza, o lo acoge o lo
destroza: y esto hicimos con Jesús… Pero Dios, no retiró su mano de lo que nos había prometido y al
recoger en sus brazos a su Hijo crucificado, en Él borró todo pecado…

¡Éste es nuestro Dios, un loco de Amor por su criatura!…

Y en la misma cruz, cuando su realeza brillaba en toda su debilidad e impotencia, llevó como trofeo al Cielo
al primer pecador: un ladrón arrepentido. No entró sola en el Paraíso la Humanidad, sino que Dimas le
acompañó en su Bienaventuranza… ¿Quién puede dudar de esto cuando el mismo Jesús lo manifestó en la
cruz?…

¡Es evidente que su Reino no es de este mundo, por eso los hombres muy “razonables” no lo alcanzan!…
Hay que hacerse un loco, como Jesús, locos por Amor, para ser también “ladrones astutos”… Muchos
rodearon a Jesús en su muerte, pero uno sólo entró en su cortejo real a un mundo al que “todos estamos
llamados, pero que son pocos los escogidos”…

¡Dios mío, somos cuerdos, somos racionales, somos locos de los bienes de este mundo! ¡Danos la locura de
la cruz de Jesús! ¡Danos el pedirte siempre que “Venga a nosotros tu Reino”! ¡Ten misericordia y míranos
siempre a través de El Hijo, el verdadero Dios y Rey nuestro!…

La crucifixión los dos ladrones 2

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