CONSTANCIA EN LA ORACIÓN, PARÁBOLA DEL JUEZ INICUO

1 Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer.
2 « Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres.
3 Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: "¡Hazme justicia contra mi adversario!"
4 Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: "Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres,
5 como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme." »
6 Dijo, pues, el Señor: « Oíd lo que dice el juez injusto;
7 y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar?
8 Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra? » (Lc. 18, 1-8)

Esta parábola nos muestra la antítesis de la Justicia de Dios y la del mundo. Aquí, la justicia la realiza un hombre malvado que no ejercer su ofició para hacer el bien y desoye, una y otra vez, el reclamo de una viuda para que le haga justicia. Ante lo molesto de sus continuas demandas, acaba por sentirse muy impaciente y “aunque no teme ni a Dios ni a los hombres”, escucha y actúa con la pobre viuda.

Ella se volvió impertinente con el mal juez y nosotros, sabiendo que Dios escucha siempre nuestras demandas y con abrumadora generosidad, ¿no le pediremos una y otra vez, sin cansarnos, para que nos regale lo que necesitamos para la vida y para ser santos como Él es Santo?

Nos cansamos muchas veces de pedir en la oración porque no valoramos la oración continua que ruega “a tiempo y a destiempo”, y tampoco deseamos con vehemencia el Don de Dios, que es el Espíritu Santo: “vuestro Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden”.

Esta parábola de la viuda insistente, nos hace bien porque renueva nuestra oración, que cuanto más continua es más sencilla y mejor oída por Dios.

Pidamos al Señor y no nos cansemos, “porque a su tiempo, (en el tiempo de Dios) cosecharemos” copiosos frutos de vida eterna. Jesús, con la oración del Padre Nuestro nos ha enseñado a pedir orando una y otra vez…

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