CARIDAD HACIA LOS DISCÍPULOS

41 « Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa. »
42 « Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.
43 Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga.
45 Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna.
47 Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna,
48 donde su gusano no muere y el fuego no se apaga;
49 pues todos han de ser salados con fuego.
50 Buena es la sal; mas si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y tened paz unos con otros. » (Mc. 9,41-50)

He aquí como dos amonestaciones de Jesús a sus discípulos. La primera, les dice de la caridad que se tiene hacia los que siguen a Cristo; y la segunda, les habla del escándalo hacia estos pequeños que creen en Él…

En la primera, alaba y bendice a aquellos que protegen y rodean de benevolencia a los que han entregado su vida a Jesús y a la causa del Evangelio. En esta perspectiva, no tienen otra cosa que a Jesús. Han quedado prendidos en el fuego de su Amor y esperan todo de su Padre del cielo, a través de la caridad de sus hermanos. Estos serán pagados con paga del cielo, porque en estos pobrecillos asistieron al mismo Cristo.

En la segunda amonestación habla de aquellos que ponen “tropiezos“a los que creen en Jesús. Su castigo será muy severo, así como el premio de los primeros será muy grande…

Esto es poner piedra de escándalo a los que no pueden todavía defenderse: los niños o a los simples en la fe en Jesús… Aquellos que por la mano, o los pies, o los ojos roban la inocencia y el candor de aquellos que todavía el mundo, con sus seducciones, no ha tocado serán por Dios mismo castigados. Y su castigo será eterno a la medida de su malicia. Aquí hay algo muy grave ante Dios; por ello, la vigilancia, con gran temor de Dios, en lo que cogemos o tocamos, o lo que miramos o a dónde se encaminan nuestros pies…

Dios vigila nuestros pasos y nada queda encubierto a sus ojos… Sabe de la intención de nuestro corazón y allí, y no fuera, es donde se realiza el juicio de nuestra vida: rodeasteis de protección y bondad a los pequeños o, por el contrario, abusasteis de su inocencia e indefensión…

En otro momento del Evangelio, Jesús afirma: “Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque en verdad os digo que sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre”… Los niños y los sencillos tienen a los ángeles a su servicio, por tanto la pureza y la santidad los rodean…

¡Peguémonos a estos “pobrecillos”. “Seamos santos, como Dios es Santo”, porque “el que se une a la santidad de Dios, se hace un Espíritu con Él”…

¡Que el Señor, con sus ángeles, peleen a nuestro favor, dándonos su Amor!

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