NO SE PUEDE SERVIR A DIOS Y AL DINERO

9 « Yo os digo: Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas.
10 El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho.
11 Si, pues, no fuisteis fieles en el Dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero?
12 Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro?
13 « Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero. »
14 Estaban oyendo todas estas cosas los fariseos, que eran amigos del dinero, y se burlaban de él.
15 Y les dijo: « Vosotros sois los que os la dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que es estimable para los hombres, es abominable ante Dios. (Lc. 16, 9-15)

Si la Providencia nos colocó en una situación social de riqueza, pidamos a Dios el usarlas y administrarlas correctamente, porque si no hay mucho amor de Dios en el corazón, me temo que estos, que son bienes, se vuelvan contra nosotros y acaben devorándonos.

La ambición y la codicia no aparecen de repente. Uno va entregando pequeñas partes de su corazón a las riquezas y esto casi imperceptiblemente. Por ello, Jesús nos dice que vigilemos cómo usamos los bienes materiales. Si sacudimos nuestros dineros sobre los necesitados, y esto como mandado de Jesús, hecho con amor, nuestras manos estarán siempre limpias y llenas para dar sin medida a Jesús, en sus pobres. Y así, cuando todos los bienes se acaben, en las moradas eternas, nos recibirá aquella multitud de necesitados y abrirán sus puertas para que gocemos de la gratitud de muchos a quienes socorrimos. Será un día de gloria y acción de gracias…

Pero, si por el contrario, en nuestra vida pusimos a la par a Dios y al dinero, queriendo amarlos a la vez, nos sentiremos divididos e infelices, porque sólo la unidad en el Amor nos da la paz y de ella brota espontáneamente la generosidad y la compasión por la miseria ajena. Y para remediarla, nuestro amor unificado en Dios no parará hasta ver remediada toda necesidad y penuria.

¡Este amor será el que nos reciba en las moradas eternas! Ayúdanos, Jesús, a tener tus mismos sentimientos de misericordia y compasión…

B0C21000 EEA8 45E8 A802 4CA6E5CF120A

Imprimir

ImagenCookies

Hola! ¡Bienvenido a la página web del monasterio de san Blas! Nos encanta verte por aquí y esperamos que este sitio sea un lugar donde puedas encontrarte con Jesucristo Resucitado. Tan sólo queremos pedirte un favor: para mejorar la página y facilitar tu navegación por ella necesitamos que aceptes nuestras cookies. ¡Muchas gracias y oramos por ti!