LA MAÑANA DE PASCUA

8 Ellas partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos.
9 En esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: « ¡Dios os guarde! » Y ellas, acercándose, se asieron de sus pies y le adoraron.
10 Entonces les dice Jesús: « No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán. »
11 Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad a contar a los sumos sacerdotes todo lo que había pasado.
12 Estos, reunidos con los ancianos, celebraron consejo y dieron una buena suma de dinero a los soldados,
13 advirtiéndoles: « Decid: "Sus discípulos vinieron de noche y le robaron mientras nosotros dormíamos."
14 Y si la cosa llega a oídos del procurador, nosotros le convenceremos y os evitaremos complicaciones. »
15 Ellos tomaron el dinero y procedieron según las instrucciones recibidas. Y se corrió esa versión entre los judíos, hasta el día de hoy (Mt. 28, 8- 15)

La gran noticia de la Resurrección de Jesús lo primero que provoca en los creyentes es “alejarnos a toda prisa del sepulcro”. El sepulcro es muerte, es soledad, es dolor y mal… De él, Jesús nos toma de la mano y nos hace salir, “sin demora”. Jesús tiene prisa porque salgamos de estas “realidades” que tan solo son apariencia, porque la Verdad es la Vida y no la muerte. A ésta la notamos como una advenediza, que tenemos que soportar, pero de ella escapamos con Jesús Resucitado porque Él es la Vida… ¡Y en la Vida no hay muerte!... ¡No, a la tristeza y el miedo que pugnan por asentarse en nuestro corazón!… ¡Sí, a la alegría y a la emoción de un enamorado de Cristo, y éste Resucitado!: Él, nos manda con poder: “¡Alegraos, no hay ya cabida para la pena!”…

¡Que nuestra fe sea tan viva que nos lancemos a Jesús, sin control, y le abracemos los pies!… ¡Y se los besemos y nos postremos en adoración!… ¿Quién provoca estos gestos de locura sino la Vida, el Espíritu de la Vida que es el Amor y alienta en Él?…

Previamente a la aparición de Jesús a las mujeres, Mateo mienta la aparición de un ángel: “Como un relámpago y su vestido blanco como la nieve”. Esta visión, en medio de “un gran terremoto, dejó a los soldados romanos temblando de miedo y como muertos”. Pero a las mujeres, la voz del ángel las calmó para que no temieran y asegurándolas que al que buscaban, a Jesús, ya no estaba allí, porque había Resucitado y enviándolas a comunicárselo a los Discípulos… Pero sabemos que éstos, incrédulos y no fiándose de las palabras que les había dicho Jesús, de que había de Resucitar, no creyeron a las mujeres…

¡Qué buen testimonio de la veracidad de la Resurrección de Jesús, pues ni sus mismos Discípulos dieron fe a las Palabras del Maestro, al principio!...

Jesús, cuando se apareció a los Apóstoles, varias veces les echó en cara su incredulidad… pero fue muy paciente con los que había escogido para ser sus testigos ante los hombres… ¡Con qué valor, después de ser confirmados por las apariciones de Jesús y por la fuerza de su Espíritu Santo, defendieron hasta la muerte la Resurrección del Señor y toda la Vida que nos ha traído a todos los hombres, destruyendo en su Cuerpo la muerte y sentándose- y sentándonos, en su día, a todos nosotros- a la derecha del Padre en su Gloria!...

¡Cristo ha resucitado y nuestra alegría desborda en nuestro corazón de gratitud y alabanza a Dios, por el Don más grande dado al hombre, que tanto ha amado!…

38A8FD84 6A8D 4E4B 8AE0 6A16AF721CB7

Imprimir

ImagenCookies

Hola! ¡Bienvenido a la página web del monasterio de san Blas! Nos encanta verte por aquí y esperamos que este sitio sea un lugar donde puedas encontrarte con Jesucristo Resucitado. Tan sólo queremos pedirte un favor: para mejorar la página y facilitar tu navegación por ella necesitamos que aceptes nuestras cookies. ¡Muchas gracias y oramos por ti!