JESÚS CURA A UN HOMBRE DE LA MANO SECA

6 Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca.
7 Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle.
8 Pero él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: « Levántate y ponte ahí en medio. » El, levantándose, se puso allí.
9 Entonces Jesús les dijo: « Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla. »
10 Y mirando a todos ellos, le dijo: « Extiende tu mano. » El lo hizo, y quedó restablecida su mano.
11 Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús. (Lc. 6, 6-11)

En la sinagoga, en la Iglesia, lugar de culto a Dios, están dos antagónicos: la misericordia y compasión de Jesús y el corazón endurecido de los fariseos. Los dos enfrentados, porque estos últimos están invadidos de envidia por las obras maravillosas que hace Jesús en favor de los enfermos y de los más desfavorecidos y pobres. Los fariseos no pueden hacer estas cosas porque su culto a Dios está vacío, vacío de obras de Amor. Y Jesús, dándose cuenta de lo que pensaban, los provoca a conversión: “¿Qué está permitido hacer el sábado, el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?”…

Y su mirada les pide una opción a favor del hombre con la mano paralizada o en contra de su salud… Pero ellos callaron, no querían responder porque sería dar la razón a las obras buenas de Jesús, sería reconocerlo como el Enviado de Dios… Y a pesar de esto, Jesús cura, Jesús restaura lo enfermo y salta por encima de los preceptos que sólo son humanos. “Dios quiere misericordia y no sacrificios”, dones que sólo inflan al que los ofrece, pero que no agradan a Dios.

El Señor siempre ha sido el Dios del perdón, de la debilidad por la pobreza y fragilidad humana. Esto es lo que le conmueve el Corazón de Padre. Nuestro Dios es un Dios compasivo y Jesús es igual que el Padre.

Le dice al paralítico de una mano: “extiende la mano” y al punto quedó restablecida… Los maestros de la Ley y los fariseos se llenaron de ira… Jesús puede hacer muchas cosas con su poder y misericordia, pero lo que no puede hacer, y su deseo bueno se estrella, es ablandar un corazón endurecido, un corazón que sólo sabe de cumplir la Ley o de sus razones y no ve que el mundo que le rodea le reclama ternura y cariño, amor y entrega…

¡Oh Jesús, nuestro corazón, en muchas ocasiones no es así; ayuda a dulcificar nuestros sentimientos y que ellos vayan acordes con nuestras obras! ¡Haznos sentir a lo vivo que somos pura debilidad, para que amándonos en ella, como hace Dios con nosotros, acojamos las pobrezas de los que nos rodean! ¡Y esto, si ni siquiera me piden ayuda! …

¡Adelantarme siempre con la misericordia y el perdón!...

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