RAZÓN DE LAS PARÁBOLAS

10 Y acercándose los discípulos le dijeron: « ¿Por qué les hablas en parábolas? »

11 El les respondió: « Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.
12 Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
13 Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden.
14 En ellos se cumple la profecía de Isaías: Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis.
15 Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane.
16 « ¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!
17 Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron. (Mt. 13, 10-17)

Después de haberles predicado Jesús el sermón de la montaña a los galileos, hablándoles del Reino de Dios, ahora lo hace mediante parábolas y comparaciones que evocan la vida de Galilea: la suerte del grano de simiente desde la siembra hasta la siega; la mala hierba entre el trigo; la red que se echa al lago, etc. Todas ellas escenas que había vivido Jesús en su pueblo de Nazaret y cerca del lago de Genesaret… ¡Qué bien entendían estos hombres sencillos las imágenes y los signos¡. Pero, no comprendían los discípulos que Jesús les hablara en parábolas y le preguntaron. El les citó el pasaje del profeta Isaías en que habla del embotamiento de los oídos y la ceguera de los ojos, de forma que mirando no ven y escuchando no entienden, porque su corazón está endurecido y no les alcanza la conversión que Dios desea de ellos.

El sermón de la montaña tenía que haber dado su fruto de conversión y no fue así. Ellos seguían pensando y deseando un mesías nacionalistas que acabara con poderío con la opresión extranjera.

Las imágenes de las parábolas, sí eran sencillas, pero su contenido y las consecuencias de las mismas, les eran oscuros. ¿Por qué el Reino de Dios había de demorarse tiempo y tiempo? ¿Por qué el mal tenía que estar mezclado con el bien y había de esperarse al final para ser separados trigo y cardos? ¿Por qué el Reino de Dios está en el mundo pequeñito como la mostaza y no se manifiesta poderoso en su Majestad?... Y así, el Señor les proponía las cosas de Dios en parábolas, para hacerles pensar y reflexionar y que llegaran a la conversión, que era el fin que deseaba Jesús…

En verdad, que esta predicación del Señor, era una gran condescendencia y misericordia hacia todos nosotros que caminamos, a veces, en la vaciedad de nuestros pensamientos y deseos, y no nos ocupamos en las cosas de Dios, en lo que es su voluntad, porque ella sola es la que nos salva…

¡Estemos atentos, escuchemos, vigilemos qué es lo que Dios quiere hoy para mí!…

D5EBF869 C25E 4D7C 8BC7 50CA36708B69

Imprimir

ImagenCookies

Hola! ¡Bienvenido a la página web del monasterio de san Blas! Nos encanta verte por aquí y esperamos que este sitio sea un lugar donde puedas encontrarte con Jesucristo Resucitado. Tan sólo queremos pedirte un favor: para mejorar la página y facilitar tu navegación por ella necesitamos que aceptes nuestras cookies. ¡Muchas gracias y oramos por ti!