Hoy, el reto del amor es, escoger un rato ante el sagrario y pedir, con mucha humildad y sencillez, el don precioso de la Paz, al Príncipe de la Paz

Buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

“ÉL ES NUESTRA PAZ”

Sabemos que, en la piedad cristiana se considera a San José poderoso intercesor ante Dios. Ya lo experimentó Santa Teresa en su vida y muchos otros santos. Y yo, me uno a ellos en esta creencia y devoción, tan grata.

Así que, me puse en sus manos y coloqué bajo sus pies dos intenciones urgentes: “el envío de la lluvia a nuestros campos y el fin de la cruel guerra de Ucrania”. Pasaron los días y parecía que San José había pospuesto mis dos grandes deseos. La lluvia no aparecía y ¿qué decir de la guerra de Ucrania?: ¡cada vez más destrucción y muerte!…

Pero he seguido perseverando, y en el tiempo de Dios, ¡llegó la lluvia abundante que está fertilizando la tierra y llena los ríos y los depósitos de agua! ¡Y daba gracias a Dios porque lo que sólo depende de Él,  se lo podemos suplicar siempre, porque sabemos que, en su momento nos escucha!: “El señor es bondadoso en todas sus acciones”.

Y veía en la oración: ¡qué distinto es pedir el fin de una guerra entre hermanos!. Dios puede hacer que cesen estas luchas y vuelva la paz  a todas las naciones. Pero ha puesto en manos del hombre el construir la paz, buscando siempre el bien común. El corazón humano es capaz de amar y de muy buenos sentimientos.

Pero también a veces se inclina al mal y el fin es el odio y la destrucción. Y en esta coyuntura, es urgente la oración insistente de los fieles, los que hemos creído que Jesús es el Príncipe de la Paz y viene a dárnosla, no por nuestros méritos sino por pura gracia. Y me daba cuenta de que, tenemos ante nosotros, la plegaria continua, por el amor y la gracia, para suplicar con el salmista: “¡Qué se acaben los pecadores en la tierra, que los malvados no existan más, y yo bendeciré al Señor” y, “Qué los hombres te conozcan y te amen y el don del amor será la bendición para todos los pueblos”.

Pero podemos decir: “¡La tarea es inmensa y mi oración es pequeña!” ¡Esto, es no conocer el poder de la plegaria, en el Nombre de Jesús, Él está deseando intercesores que se ofrezcan junto a Él para que ni una gota de la sangre de su Pasión por amor, se pierda! ¡¡Su deseo de salvarnos del pecado, es infinito!!

Hoy, el reto del amor es, escoger un rato ante el sagrario y pedir, con mucha humildad y sencillez, el don precioso de la Paz, al Príncipe de la Paz.
 
VIVE DE CRISTO

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