El reto del amor es que, antes de llenar la jarra de agua y salir corriendo, te preguntes qué es lo importante

Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

CALMA

Tenía 20 minutos para poner la mesa, encender la gloria y sacar las lavadoras. Con todo lo que tenía que hacer en la mañana, corrí a llenar la jarra de agua con la que llenamos el vaso de cada monja.

Giré la jarra para echar el agua y salió la tapa disparada, cayendo todo el agua por encima de la mesa, sillas… ¡agua por todos los sitios! A la hermana que me estaba observando, se le escapó una carcajada.

Me di cuenta de que sí que era para reírse, que el Señor me estaba diciendo: “¡para!”, y me tuvo que frenar. No pude evitar reírme yo también. Ahí pude rectificar el día y cambiar la jerarquía de valores, el motor que me iba a mover.

Detrás de la prisa a veces hay objetivos sin sentido en sí mismos: llegar a hacer todo, llegar antes de que cierren, llegar a ver un programa, a la siguiente actividad… y por el camino nos perdemos lo realmente valioso, que es escuchar, orar, observar, pensar… Es una trampa, porque lo que pensamos que nos va a distraer, en muchas ocasiones es lo que nos va a construir y hacer más felices.

Jesús vive con calma, hace lo que tiene que hacer en cada momento. Ora, pasea, escucha, se detiene… Si te fijas, la “prisa” no sale en el Evangelio. Incluso cuando le piden que corra para hacer algo, Él no corre, confía, hace lo que tiene que hacer y llega a su momento, y los milagros ocurren incluso cuando parece que ya es tarde.

Hoy es lunes y se acumulan los “tengo que hacer”… El reto del amor es que, antes de llenar la jarra de agua y salir corriendo, te preguntes qué es lo importante, qué te va a hacer más feliz y con qué vas a hacer más felices a los demás. Ora, para, y verás que todo sale.

VIVE DE CRISTO

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¡Feliz día!

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