Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Anoche, ya después de cantar completas, bajé al lavadero para preparar la colada. Por la tarde no me había dado tiempo, y al fin y al cabo no se tarda nada.
Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
En la sillería de la iglesia, cada una tiene un sitio fijo para hacer la oración personal. Ayer, miraba el espacio de cada una y me impresionó ver que se podía descubrir quién se sienta en cada sitio.
Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ayer por la tarde estaba sentada en el claustro leyendo y esperando a una hermana, cuando de repente levanté la cabeza y algo en la pared me llamó la atención. En ella se reflejaba la luz del sol con sus luces y sus sombras, unas complementaban a las otras.
Buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Qué pases un feliz día.
Con este hábito tan blanco, el tema de las manchas es un auténtico poema: ¡cualquier cosa se nota enseguida! Para mantenerlo limpio, no queda más remedio que apañar estos desperfectos lavándolos a mano.
Buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Qué pases un feliz día.
Hay ciertos cajones en la celda, donde siempre metes algo y sacas poco de ellos. Eso me pasa a mí con el cajón de la mesilla. Meto unos pañuelos de papel, un rosario, unos chicles, un juego de pequeños destornilladores, una vela, un mechero, etc. etc… ¡Y muchas cosas más!.
