HOY VIVE DE CRISTO POR MEDIO DEL SALMO RESPONSORIAL

Queremos vivir de Cristo este verano, hoy de la mano de sor María Jesús, con la sección: salmo responsorial. ¡Feliz día!

SALMO RESPONSORIAL
Día 28 de agosto, domingo XXII del Tiempo Ordinario, ciclo C

Salmo 67, 4-5ac. 6-7ab. 10-11
Has preparado, Señor, tu casa a los desvalidos.
Los justos se alegran gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor, alegraos en su presencia.
Padre de huérfanos, protector de viudas. Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece.
Derramaste en tu heredad, ¡oh Dios! Una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada;
Y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad,
¡oh Dios! preparó para los pobres.

Después de escuchar la 1ª lectura cantamos unos pocos versos del salmo 67 (68) que está clasificado por muchos de los comentaristas como el salmo más complejo y difícil de todo el libro de los salmos y es casi en lo único que todos están de acuerdo, pero a la vez que difícil es uno de los poemas más audaces y grandiosos de todo el libro.

Los mismos elementos que lo hacen grandioso, le hacen también difícil. Entre ellos podemos destacar el vocabulario que es muy peculiar, y en partes arcaico, tanto que han visto algunos que podía ser de una época incluso anterior al pueblo de Israel; los motivos propios que usa este himno, en que se mezclan elementos de la naturaleza y gestas de la historia; la estructura de este largo salmo que es muy dispar; la actualización del pasado entrelazada con la vivencia adelantada del futuro, algunos elementos litúrgicos… todo unido en un gran himno como podemos clasificarlo, ya que lo que más predomina es el tono hímnico, aunque de pronto aparezcan matices pedagógicos o de súplica.

El lenguaje ha presentado numerosos problemas pero no se puede olvidar que es propio de la poesía usar imágenes polivalentes o alusiones veladas. También esto hemos de tenerlo en cuenta para llegar a una mejor comprensión de todos los matices tan diversos y ricos que en este salmo podemos encontrar. Toda la historia presente, pasada y futura, es escenario de la teofanía o manifestación de Dios y se hace escenario de gracia actual.

Los primeros versos que cantamos son motivaciones concretas para que los justos, los santos, los hijos de Dios le alaben. Nos han proclamado del libro del Eclesiástico una lectura en la que se ensalza la humildad y nos enseña que hemos de proceder en todos los asuntos con humildad, que es la norma más sabia para seguir, tanto en los asuntos humanos como al tratar con el Señor; también en el Evangelio Jesús nos da una enseñanza para que actuemos con humildad y nos relacionemos desde la humildad. De este salmo se han elegido para responder a esta lectura unos versículos que precisamente destacan que Dios cuida de los huérfanos y viudas, que en la época de Israel eran los más desprotegidos, y con una belleza sublime declara que Dios prepara una casa para los desvalidos, hasta ese punto se cuida de ellos.

Todos querríamos tener esta cercanía con Dios de modo que nos invite a su casa, nos tenga en su banquete, si es posible los primeros; pero para esto hemos de elegir libremente y con amor, ser los últimos. El puesto de honor llegará sin duda; como nos proclama la carta a los Hebreos: Ahora en la Eucaristía dominical ya nos hemos acercado a la asamblea de innumerables ángeles, a la congragación de los primogénitos inscritos en el cielo, los santos, a Dios y a Jesús, que es el mediador de la nueva Alianza hecha por el Espíritu Santo con cada uno de nosotros.

Iniciamos la Misa reconociéndonos pecadores, y si lo vivimos humildemente experimentaremos cómo Dios nos prepara el banquete y quiere que estemos cerca de Él, más cerca imposible quiere entrar en nosotros. El prepara casa a los desvalidos pero somos los desvalidos los que venimos con la casa interior preparada por la humildad para que El se instale. ¿Qué humildad? Jesús dice que la invitación es para los pobres, lisiados, cojos, ciegos… La humildad es la verdad, es reconocer nuestras limitaciones, nuestras cojeras, nuestras cegueras, nuestra pobreza, reconocer y confiar en que Dios nos ama, nos acoge, prepara para nosotros todo eso de lo que carecemos.

Feliz domingo, feliz fin de verano, que la participación en el Banquete eucarístico sea para nosotros un refrigerio que nos impulse para iniciar la etapa del nuevo curso con renovado entusiasmo.

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