DOMINGO V CUARESMA
CICLO A
- LAZARO -
Ez. 37, 12-14
12 Por eso, profetiza. Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo abro vuestras tumbas; os haré salir de vuestras tumbas, pueblo mío, y os llevaré de nuevo al suelo de Israel.
13 Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío.
14 Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestro suelo, y sabréis que yo, Yahveh, lo digo y lo haga, oráculo de Yahveh. »
- Pertenecen estos versículos a la profecía sobre los “huesos secos” (v. 1-14) y podemos situar esta visión en Babilonia, en medio de los deportados desalentados. Como en (Os. 6, 2; 13, 14) e (Is. 26, 19), Dios anuncia aquí la restauración mesiánica de Israel después de los sufrimientos del Destierro (Ap. 20, 4). Pero con estos símbolos llevaba los espíritus hacia la idea de una resurrección individual de la carne (Jb. 19, 25) que está afirmada en (Dn. 12, 2) (II Mac. 7, 9-14; 23-26; 12, 43-46) (Mt. 22, 29-32) (I Co 15).
- Esta profecía tiene cabal cumplimiento en la era mesiánica, cuando Jesús, con la fuerza del Espíritu Santo, resucita a la hija de Jairo, al hijo de la viuda de Naim y sobre todo a Lázaro que llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Con Cristo se ve la gloria de Dios en todo su esplendor, por eso es la plenitud de los tiempos, del que esta profecía es tan solo un atisbo y preanuncio. La Palabra de Dios anunciada primero por los profetas se ha cumplido totalmente en el Hijo Amado que a sí mismo, por su poder, se resucitó después de tres días de yacer en el sepulcro.