Buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Qué pases un feliz día.
Hace unos pocos días, ya aparecieron unas cuantas parejas de tórtolas sobrevolando por el convento, así como una pareja de cigüeñas, dos y no más que, pasan su tiempo desafiando al viento que les levanta las plumas, pero que nada puede con su majestad e inmovilidad.
Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
En el Monasterio, todas tenemos un oficio: enfermería, sacristía, roperas… A mí me toca el refectorio (comedor) y el otro día, al poner la mesa, me surgió razonar el “otra vez”. Todos los días, limpiar las mesas después de las comidas, poner los platos, cubiertos… y me entró cierta rebeldía interior respecto a lo repetitivo.
Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Estos días en el trabajo estamos preparando los regalos de la Primera Comunión. Mientras diseñaba unos colgantes para esta ocasión, me daba cuenta de la importancia del pequeño detalle. Ese que casi no ve, que no se percibe, pero que marca la diferencia. Puede ser una bolita más, un cristal o el remate del extremo… Parece que este detalle no hace que cambie nada. Sin embargo, lo cambia todo, le da lo que necesita.
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Cuando entré por la tarde en la cocina, un sonido extraño llamó mi atención. Era… ¡¡un batir de alas!! El sonido venía exactamente de la habitación de al lado, ¡donde se hornea el pan!
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Según llegué del desayuno, entré en mi celda y, como es costumbre, dejé mi cuaderno de oración sobre la mesa. Al hacerlo, me di cuenta de que, la tarde anterior, me había dejado uno de los rotuladores que utilizo para estudiar, completamente destapado.
