UN SOLO DÍA, DESEAREIS VER AL HIJO DEL HOMBRE

20 Habiéndole preguntado los fariseos cuándo llegaría el Reino de Dios, les respondió: «El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. 

21 Y no dirán: "Vedlo aquí o allá", porque el Reino de Dios ya está entre vosotros.» 

22 Dijo a sus discípulos: «Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. 

23 Y os dirán: "Vedlo aquí, vedlo allá." No vayáis, ni corráis detrás. 

24 Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día. 

25 Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación. (Lc. 17, 20-25)

 

El hombre sano de espíritu tiene una sola ansia: “¡ver a Dios!”, porque“nos hiciste para ti Señor y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” (San Agustín). La horma de todo nuestro ser está en la posesión de Dios, mejor, en ser poseídos por ÉI: “Padre, te ruego por ellos para que donde Yo estoy, estén también ellos conmigo”. Jesús tiene ansia de poseernos por entero y, ¿qué no hará con nosotros, con nuestras debilidad y pecados sino tomarlos y limpiarlos y cubrirlos con su sombra para que no volvamos a la vida caduca de la que nos sacó? Él es todo amor y al acercarse a nosotros ardemos con un Fuego misterioso que es su Espíritu Santo ¡Es el Reino de Dios en medio de nosotros!

Pero, antes de esta posesión de Dios dentro de nuestro corazón, nuestra vida será sometida a tentación, como lo fue la vida de Jesús antes de entrar en el cielo por su Resurrección y Ascensión. Se nos presentarán algunos y nos dirán: “¡yo soy el Mesías!” ,“¡yo soy el gran profeta enviado por Dios, sígueme y te daré la vida eterna!”. Todos ellos con sus ofertas serán las grandes tentaciones para nosotros, por su apariencia de bien y de bondad. Pero Jesús ya nos advierte en su Palabra: ¡no vayáis y corráis tras ellos!”.

Y es que, si el Reino de Dios está dentro de nosotros, su presencia es silenciosa y no aparatosa. Por esto, nuestro pecado será el no fiarnos de su anuncio. Siempre estaremos deseando verle, aunque sólo sea un día. Nuestra hambre nos dejará siempre insatisfechos, porque vagaremos en la futilidad de las cosas de este mundo. Pero, así como su Reino es Pazy silencio en nosotros, cuando aparezca entre las nubes del cielo, será como “un relámpago que brilla de un extremo a otro del cielo” y no lo reconoceremos, porque sólo lo verán los hombres de fe, aquellos que siempre van en pos de su Palabra.

Al hombre le gusta lo famoso, lo que reluce y deslumbra, y no la vida de Jesús, que fue humilde y silenciosa y así nos mostró que era el Dios verdadero. Su manifestación y anuncio no será como nosotros hubiéramos deseados, sino como Dios, en su voluntad misteriosa, decidió y quiso.

¡Es Jesús el Único que esperaba nuestro corazón y no descansará hasta que su Reino se desarrolle totalmente en nuestro interior! ¡Jesús,sabemos que, para entrar en tu Reino, necesitamos tu fortaleza para llevar contigo, y como Tú, la cruz de cada día, aquella que en tu amorosa providencia elegiste para mí! ¡Tu Espíritu Santo me guiará en esta búsqueda afanosa y a veces dolorosa! ¡Él es mi Consolador, el que siempre estará a mi lado en este rastreo de gloria en mí y en los avatares del mundo!: “Sin otra luz, ni guía, sino la que en el corazón ardía”

¿Podemos dudar ahora de tu presencia viva en nuestro corazón? ¡Ven ya, Señor, que te esperamos con ardor! ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!

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