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EN VERDAD TE DIGO QUE HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO

SEGUNDA PALABRA DE JESÚS EN LA CRUZ

Previamente a esta palabra de Jesús, está la palabra y la suplica de un hombre que cerca de Jesús, muere poco a poco como Él. Este es un ladrón y homicida, Jesús es completamente inocente y puro. Y este hombre le dice a Jesús: “acuérdate de mí, cuando llegues a tu Reino”…

¿Qué sabía él de este Reino de Jesús y más viendo morir a su Rey como un malhechor?... Seguramente que no sabía nada, pero tenía ojos y corazón y se asombrada de la mansedumbre y bondad de quien sufría su mismo suplicio y no respondía sino con dulzura y humildad. Y pensaría: “Este no es un hombre cualquiera o como yo, sino que Él encarna en su persona, algo que no es de este mundo… Dicen que se dice Dios y en verdad sólo todo un Dios puede morir así a manos de sus asesinos”…

La gracia trabajaba todo su ser y sus ojos parecía que nunca habían mirado nada con tanta limpieza. “Tú vas a tu Reino de Paz y de Amor y yo quiero entrar allí y vivir contigo y ser como Tú… ¡Acuérdate de mí!”…

En todo el suplicio de la Cruz, el ladrón, poco a poco, dejó de serlo. Se dice que en el último momento robó el Paraíso. Pero no es verdad. Lo que hizo fue creer en Jesús y en su poder y en un acto de amor perfecto, suplicarle que lo salvara. Él por sí mismo sólo había sabido robar y matar, pero si Él lo ayudaba y lo escuchaba, su vida cambiaría... Y así fue. Jesús nunca deja de escuchar una suplica hecha con fe y con amor; y de ladrón, le hizo santo… “En verdad, en verdad te digo”, forma reiterativa, como amén, amén, qué significa que toda palabra podrá sucumbir y desaparecer, pero esta palabra es eterna, es dicha por Jesús, Hijo de Dios y se cumplirá infaliblemente: “Hoy estarás conmigo en el Reino”…

Jesús no entro solo en el Paraíso. A su lado llevaba a un pecador arrepentido, para que se supiera “en el cielo y en la tierra y el los abismos”, que ha venido a salvar lo que estaba perdido, lo que no cuenta y no vale a los ojos humanos, la oveja descarriada y arrepentida. Fue en el cielo un momento sin igual. “Habrá mayor alegría en el cielo por un pecador que se convierta”. Todo, en el Reino de Jesús, exulta de alegría y acción de gracias. Todo canta Aleluya por la Resurrección de Cristo y el pobre hombre, ya justificado, grita con todos, como el primer renacido a la gracia de la Salvación…

Si un pecador fue santificado, ¿Cuánto más nosotros que con ahínco seguimos a Jesús, en medio de nuestra debilidad y pobreza?... Pero le seguimos… El gozo del ladrón bueno y de todo lo creado, es ya nuestro gozo ¡Aleluya! , ¡Aleluya! ¡Demos gracias a Dios!...

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