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La mujer adúltera

1 Mas Jesús se fue al monte de los Olivos.
2 Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.


3 Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio
4 y le dicen: « Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
5 Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices? »
6 Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra.
7 Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: « Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra. »
8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.
9 Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio.
10 Incorporándose Jesús le dijo: « Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado? »
11 Ella respondió: « Nadie, Señor. » Jesús le dijo: « Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más. » (Jn. 8,1-11)

Mucho se ha escrito sobre este episodio de la vida de Jesús: La misericordia y compasión del Maestro, frente a frente con la miseria y el pecado, puesto en evidencia, de esta mujer. Y es mayor la miseria y pecado de los escribas y fariseos que hipócritas destapan las pobrezas ajenas y no ven sus muchos delitos delante de Dios, porque ante sus ojos está una viga, la de su orgullo y la mentira, y por lo mismo, están ciegos. Esta gente restriega el pecado de esta mujer ante los ojos del que es sin pecado y puro: Jesús, y Él les devuelve su acusación y los aplasta con sus Palabras: “¿Quién está libre de pecado?… pues si es así: “que le lance la primera piedra y la mate a pedradas”, como decía la Ley de Moisés… Y los más viejos, los primeros, escaparon porque no querían hacer frente a sus muchos pecados y miserias…

Mas aquí hay un personaje que no aparece, pero que está en toda esta historia: el adúltero que pecó con la mujer… ¿Dónde está para manifestarle que está en desgracia con Dios y si no se arrepiente tendría que aplicársele la misma pena de la mujer?… Estamos en el pueblo judío, ante una sociedad machista…

Pero Jesús rompe estos moldes y aplica sobre esta pecadora una ternura infinita: la misma que tiene el Padre Dios ante todos los hombres…

Jesús, primero, la saca de las garras de los escribas y fariseos e inmediatamente la perdona, aún antes de que la mujer pueda arrepentirse…, pero sí que le advierte que no lo vuelva a hacer… ¿Cabía más compasión y amor ante esta “oveja perdida”?... Si la hubiera habido, Jesús lo habría aplicado…, pero le dio todo con su perdón y misericordia…

¿Qué pensaría esta mujer de este profeta tan extraño que la trata y la quiere como nadie la ha amado?... Es seguro que después de este episodio sería una de “las mujeres que le seguían y le servían”, como dice el Evangelio de otras, a quienes había curado y “echado siete demonios”…

Por esto nunca desesperemos ante Jesús, pues su compasión es inmensa, más grande que todos nuestros delitos, los cometidos hasta ahora y las infidelidades, que sólo Dios sabe, haremos de aquí en adelante… porque nuestra condición débil cae, aunque muchas veces desearíamos ser como Jesús: santos…

¡Él es bueno, el Bueno y está a nuestro favor con el poder infinito de su perdón!…

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