• 1

YO ECHO LOS DEMONIOS CON EL DEDO DE DIOS

14 Estaba expulsando un demonio que era mudo; sucedió que, cuando salió el demonio, rompió a hablar el mudo, y las gentes se admiraron. 

15 Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios.» 

16 Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. 

17 Pero él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. 

18 Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino? porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. 

19 Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. 

20 Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios. 

21 Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; 

22 pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos.» 

23 «El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. (Lc. 11, 14-23) 

 

En este pasaje del Evangelio, Jesús está expulsando un demonio. Y, apunta el Evangelista, que “el demonio era mudo”. Pero, al expulsarlo de este hombre, habló el mudo. ¿Nos sorprende el que el demonio haya atado la lengua y el oído de este poseído? ¡No, porque la tarea de estos espíritus satánicos es no permitir que el hombre y toda la creación alabe a Dios con su palabra y con su vida! Jesús quita toda traba y hace que nuestros labios canten libremente la gloria de Dios.

Este milagro provoca “admiración”. Pero, ya hemos dicho algunas veces que, la admiración es el umbral de la fe, pero no es la fe misma, porque de ese asombro hay que pasar a la adhesión a Jesús y a su Palabra y creer en su divinidad. Y, la prueba está en que, de entre esta admiración se levantan algunos espíritus,también satánicos, que con sus pensamientos perversos quieren ver en estos signos de Jesús la acción de Satanás, el príncipe de los demonios. A estos razonamientos, Jesús opone la simple razón que deshace estos asertos: ¿Cómo Satanás se expulsa a sí mismo, después de poseer a alguien? ¡Esto es impensable, supondría que en los infiernos, morada de los diablos, hay división: unos que poseen y otros que los echan de estos hombres! “Todo reino dividido, va a la ruina”.

¡Pero no, si Jesús echa los demonios con “el dedo de Dios, es que el Reino de Dios ha irrumpido en nuestro mundo!” ¡Sólo Dios puede ahuyentar y deshacer estos reinos del mal y poner en su lugar el Reino de Dios!Su “Dedo divino”, que es la acción del Espíritu Santo, es quien realiza estas obras maravillosas en el corazón del hombre, si le dejamos y damos fe a la Palabra de Dios.

¡Sí, el Reino de Dios está entre nosotros! ¡Ha sido una irrupción de la misericordia de Dios en nuestro mundo! Si no ¿cómo explicar esas obras de amor a manos de hombres como nosotros? O, ¿esas conversiones en masa entre gentes que nunca oyeron hablar de Jesús? El Espíritu Santo se mete entre los corazones y los invita a conocer que, en verdad, son hijos de Dios y adoradores de Jesús en el Misterio de la Eucaristía. Si la Eucaristía es un Misterio de fe, ¿cómo es que mirándola se percibe una Presencia amiga que les dice, desde el sagrario: “¡¡ven, ven, ven a mí!!” … Yo, soy testigo de que esto es verdad: primero la oscuridad y la tristeza habitaban mi alma y mi vida. Y, sin saber cómo, me sentí reclamada por la súplica confiada y desgarradora... Y, también, sin saber cómo, Jesús se manifestó a mi alma, trayendo un reato de alegría, paz sin límites, enamoramiento del Amor, ¡del que es el Amor! y no tantos otros sucedáneos. 

¿No es esto, la irrupción en nuestra tierra del Reino de Dios? ¡Seamos ávidos de suplicar esta amistad tan estrecha con Jesús! ¡Él no es tacaño en sus dones y nosotros tampoco lo debemos ser en la súplica! ¡Sí, sencilla pero insistente, porque en ella nos va la vida del alma y también del cuerpo! ¡Ávidos del Amor de Dios, en el Cuerpo de su Hijo Jesús! ¡Qué así sea, por nuestra humilde súplica! ¡Amén! ¡Amén!

Imprimir Correo electrónico

Gracias a Google, Norton y McAfee, te podemos garantizar que nuestra web, su contenido y los servidores desde donde se proporciona el servicio, son 100% seguros y están verificados. Puedes comprobarlo pinchando en las imágenes de abajo .
navegacion segura googlenavegacion segura nortonnavegacion segura mcafee

ImagenCookies

Hola! ¡Bienvenido a la página web del monasterio de san Blas! Nos encanta verte por aquí y esperamos que este sitio sea un lugar donde puedas encontrarte con Jesucristo Resucitado. Tan sólo queremos pedirte un favor: para mejorar la página y facilitar tu navegación por ella necesitamos que aceptes nuestras cookies. ¡Muchas gracias y oramos por ti!