¿SABÍAS QUE…

… LAS PRIMERAS MONJAS DOMINICAS FUERON HEREJES?

Todas y sin excepción. Nada como tener un gran palmarés familiar que lucir… Todas herejes... bueno, en realidad, ¡todas convertidas! En efecto, el origen de la Orden de Predicadores lo encontramos en ese grupito de jovencitas cátaras que traían revolucionada a la aldea de Prulla.

El bueno de Guillermo, el tímido de los hermanos Claret, se había entrevistado con un par de aldeanos duchos en el tema de la construcción. Llegaron a la conclusión de que, debido a la escasez de recursos (y la impaciencia de las chicas, que no dejaban de presionarles) lo mejor sería construirlo por fases: comenzar con las estancias básicas para que las jóvenes pudiesen entrar a vivir cuanto antes y, posteriormente, ir ampliando con nuevas salas.

Con el proyecto base ya realizado, todos los aldeanos, así como los nuevos “añadidos” al grupo, se comprometieron a ayudar en la construcción. ¡¡Y Domingo y sus compañeros los primeros!! Sabemos que no dejaron de hacer pequeñas salidas diarias para predicar por los alrededores pero, tras aquellas maratonianas y agotadoras jornadas, ¡¡allí que se remangaban para cargar adobe, piedra o lo que hiciese falta!!

Con tanta buena voluntad y los ánimos constantes de nuestras muchachas, la transformación de aquellas ruinas en un Monasterio iba viento en popa.

De este modo, en unas semanas, ya se podía ver algo así como una pequeña casa junto a la iglesia. Tiempo les faltó a las jovencitas para ir a buscar a Domingo y pedirle entrar a vivir ahí de forma inmediata.

Nuestro buen amigo trató de coger aire mientras se limpiaba disimuladamente la frente. Intentó hacerles ver que aquello “parecía” una casa, pero que aún no era nada más que un par de salitas… Además, era demasiado pequeña, ni siquiera podrían entrar todas… Acto seguido, les predicó un precioso sermón muy sentido sobre la importancia de la virtud de la paciencia... y les invitó a orar y reflexionar. Lamentable error.

Las chicas se fueron, sí, pero volvieron en menos que canta un gallo con una “solución alternativa”: se dividirían en dos grupos. El primero se iría a vivir ya al Monasterio, mientras que el segundo esperaría “pacientemente” (al menos en teoría) a que las obras avanzasen un poco más.

¿Y qué hizo Domingo? Bueno, realmente, ¿qué podía hacer? Pues mirar al Cielo… ¡¡y meter prisa a todos para construir cuanto antes las restantes estancias!! La verdad es que, en el fondo, no podía dejar de admirar a esas muchachas, ciertamente algo tozudas, con esa “determinada determinación” que caracteriza a los corazones grandes...

Así, poco después, se lograron terminar un par de salitas más, y el segundo grupo de chicas entró a vivir en el convento. Era el 22 de noviembre de 1206, fiesta de Santa Cecilia, patrona de la música.

Lo esencial del convento ya estaba construido, la comunidad de chicas dentro… Prulla entera era cantos y regocijo: el sueño de un lugar donde hacer palpable el amor del Señor, se hacía realidad. Así pues, ¡¡hubo fiesta por todo lo alto!! Aunque aún a medio construir, ¡¡ya tenían el convento en marcha!!

La noticia corrió como la pólvora por toda la zona. El asunto se hizo público, la gente lo comentaba en los mercados, y en las posadas se repetía la historia a todos los viajeros que quisieran oírla: “¡¡Un grupo de jóvenes cátaras se han pasado a la Iglesia católica!! Más aún, ¡¡se han hecho monjas de clausura!” “¡¡Pero si antes de ayer todas esas eran herejes!!” “¿Y las han aceptado?”

Ya se imaginaba Domingo que todo aquello iba a suceder… lo que no podía suponer es que la curiosidad comenzó a mover a más y más personas a acercarse a la aldeíta, deseosos de ver si aquello era verdad. ¡¡Menos mal que contaba con tres compañeros, porque no daban abasto para atender a tantos!!

Pero, lejos de aquella alegría, en el sombrío salón de un lúgubre castillo, hombres de oscuro semblante mantenían una reunión de urgencia. Ese extranjero castellano, que parecía tan inofensivo, estaba llegando demasiado lejos. Si seguía así, pronto toda aquella zona se volvería católica… Alrededor de las llamas de la chimenea, decidieron que había llegado el momento de silenciarle para siempre…

PARA ORAR
-¿Sabías que... “todos los santos tienen pasado y todos los pecadores tenemos futuro”?

Toda la historia de Prulla y de nuestra Orden, comenzó, efectivamente, por un grupo de mujeres herejes. Nadie habría apostado por ellas y, sin embargo, Cristo quiso elegirlas… ¡para dar un vuelco a la Historia!

El Señor es poderoso, ¡y le encanta escribir grandes historias! No importa el pasado que hayas tenido, lo cerca o lejos que hayas estado de Jesucristo... ¡Él quiere hacer de ti una criatura nueva! Cristo no quiere historias perfectas, impecables. Él busca corazones que se dejen amar, corazones que siempre se vuelven a levantar. ¡Cristo no ha terminado tu historia aún! ¡Déjate sorprender!

VIVE DE CRISTO

Pd: Otra virtud que no he comentado de el grupo de mujeres es que era mucho más ordenado y cuidadoso que el de varones. Es decir... para descubrir los nombres de los compañeros de Domingo, me las veo y me las deseo... En cambio, del grupo de chicas, se conservan perfectamente escritos todos sus nombres. ¡Así da gusto! En agradecimiento por su delicadeza con los sufridos estudiantes e investigadores, aquí copio la lista de las que formaron la primera comunidad de monjas de la Orden de Predicadores:

Guillermina
Masarina
Berenguela
Adelaida
Raimunda
Ricarda
Jordana
Curtolana
Clarita
Genciana

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