¿SABÍAS QUE...

… EL REGALO QUE SEÑOR LE HIZO A DOMINGO LLEGÓ DEFECTUOSO?

Pues sí. Después de haberse pasado meses deseando tener un compañero, después de tanta oración y súplica, llegaron aquellos dos hermanos que parecían tan prometedores… Seamos sinceros: al final del artículo anterior, todos (yo incluida) estábamos convencidos de que esos jóvenes eran un auténtico regalo del Señor. Con lazo y todo. Pues nada, va a ser que no. Que una cosa son las apariencias y otra la puesta en marcha…

Bueno, no vamos a desanimarnos tanto. Vayamos por partes. Domingo dedicó las siguientes semanas a conocer y a observar a sus nuevos compañeros. Digamos que el percal no era tan catastrófico como acabo de pintarlo. Era un desastre solo al 50%.

En efecto, Noel era un auténtico portento. El muchacho parecía haber nacido para encarnar el proyecto de Domingo: valiente, de una inteligencia portentosa, con una dialéctica brillante, voz potente y clara, perspicaz…

Sí, ciertamente, era un regalo del Señor. Pero, si Noel parecía un regalo a todo lujo, Guillermo parecía un regalo de segunda mano… y comprado en tiempo de rebajas.

No me entiendas mal: el pobrecito tenía un corazón tan grande que no le cabía en el pecho, realmente era bueno… pero como predicador era un cero a la izquierda. Cuando tenía que hablar en público, se ponía tan nervioso que comenzaba a tartamudear, se le trababa la lengua… Vamos que, en las disputas con los cátaros… se lo merendaban.

Domingo se dio cuenta que Guillermo sufría enormemente al participar en los debates. Pero, a la vez, en el trato del día a día, descubrió que era un muchacho realmente inteligente, muy sensato, con gran capacidad organizativa, muy agradable en el tú a tú, de una enorme sensibilidad en el trato con Cristo… ¡¡solo le traicionaba su terrible miedo escénico!! En cuanto había público, se bloqueaba por completo.

Aquello era un nuevo quebradero de cabeza para Domingo. Era evidente que los dos hermanos amaban al Señor y querían sinceramente entregarle sus vidas al estilo de Domingo. Noel estaba como pez en el agua, pero Guillermo... ¿cómo aspirar a convertirle en un predicador con esa timidez?

Y así vemos de nuevo a nuestro amigo, pasando las noches enteras hablando con su Señor. Aquellos jóvenes ya se habían colado en su corazón, ¡les quería como a hijos! Así que también empezó a sentirse padre de verdad: quebraderos de cabeza, preocupaciones…

Porque, vamos a ver, si el Señor le había regalado a esos jóvenes, ¿por qué no les había hecho atrevidos a los dos? O, bueno, plan B: ¿por qué ahora no le regalaba a Guillermo el don de la palabra?

Pero no, parecía que el Señor no tenía intención de otorgarle ese don por más que se lo pidiese… Domingo sentía que Cristo no iba por ahí, ¡que había otro plan!

Y venga a pasar las noches orando, venga a pedir luz y consejo…

Finalmente, una noche… todas las piezas encajaron de golpe como si de un puzle se tratara:

¿Acaso la predicación se reduce a las palabras? ¿No es predicación la misma vida? Y... ¿acaso no estaba preocupado Domingo por el cuidado de las chicas y por las obras del futuro monasterio?

Necesitaba alguien tan caritativo como clarividente, paciente, capaz tanto de escuchar como de organizar, calcular, planificar… ¡Y ese era Guillermo!

Domingo casi pudo sentir la sonrisa del Señor. Él había querido hacer de Guillermo un maestro en la palabra, pero Cristo sabía que la predicación de este joven no estaba en las plazas, sino en la vida. ¡¡Y ese muchacho tenía todas las cualidades necesarias para ello!! Guillermo y Noel eran muy distintos, ¡pero precisamente por eso hacían el equipo que necesitaba Domingo!

Así pues, una vez más, el Señor demostró superar con creces las expectativas de nuestro amigo, dándole incluso más de lo que había pedido. No era necesario cambiar nada. Su regalo no era defectuoso… era sencillamente perfecto.

PARA ORAR
-¿Sabías que… el Señor te ha regalado todos los dones que necesitas para cumplir la misión que Él te ha encomendado?

Es sencillo mirar los dones de otras personas y pensar que valen más, que son mejores… Sin embargo, ¡nadie tiene la plenitud de los dones y cualidades! Todos necesitamos de todos. No es cuestión de ser idénticos, ¡¡Cristo nos ha hecho diferentes, originales!! De este modo, si cada uno da lo mejor de sí mismo, ¡todos nos enriquecemos!

Podemos tener diferentes puntos de vista, se nos pueden dar bien cosas muy dispares… pero, si lo esencial, que es Cristo, nos une, ¡¡las diferencias se convierten en grandes oportunidades!!

Aunque las crónicas no lo confirmen, tal vez fue esa noche cuando Domingo empezó a acuñar uno de sus grandes lemas: “Unidad en lo esencial; en lo demás, diversidad; y en todo, caridad”.

VIVE DE CRISTO

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