¿Sabías que...

... LA LABOR PRINCIPAL DE DOMINGO EN OSMA FUE BAJAR EL SUELO DE LA IGLESIA?

Lo mejor de todo es que los trabajos de albañilería ni siquiera entraban dentro de sus funciones como canónigo...

Como subprior, Domingo tenía varias ocupaciones, aunque tampoco se puede decir que andara muy estresado. La catedral de Osma contaba con 12 canónigos, la ciudad no era muy grande, y, en aquel entonces, tenía varias parroquias suficientemente dotadas de personal sacerdotal. Así pues, los miembros del cabildo tenían tiempo de sobra.

Las tareas de un canónigo cualquiera se podrían resumir en celebrar la Eucaristía, rezar el Oficio Divino (Laudes, Vísperas...) y estudiar.

Al parecer, a pesar de la vida ajetreada que había llevado en Palencia, Domingo le cogió gusto al claustro, y dicen que se pasaba casi todo el día en la catedral. Dicho así, suena muy bonito... pero el punto a discutir es el tamaño del “casi”. El hecho es que Domingo estaba al corriente de todo lo que pasaba en Osma y, conociéndole, seguro que no pudo resistirse a corretear a ayudar a cualquier necesitado con que se encontrase.

Eso, durante el día.

¿Y lo de bajar el suelo de la iglesia?

A eso se dedicaba por la noche. Pero dejemos que explique mejor el asunto un biógrafo de la época:

“Domingo desgastaba el suelo de la iglesia, dedicado sin cesar a la oración” (Bto. Jordán de Sajonia, dominico).

En fin, luego me dicen a mí que soy exagerada... ¡pero se ve que la cosa viene de familia!

Esta plegaria nocturna estaba muy lejos de ser precisamente una apacible oración contemplativa. Si ha llegado a nosotros este dato de la vida de Domingo, es porque atravesaban los muros sus gemidos, llantos, gritos... En aquellas noches, bajo las estrellas castellanas, estaba naciendo una forma muy peculiar de oración... pero eso lo dejamos para más adelante.

-¿Sabías que... el Señor regala un tiempo de preparación antes de dar una misión?

A vista de pájaro, puede parecer que este tiempo en Osma fue un poco... en fin, poco productivo para la vida de nuestro santo. Ni clases, ni grandes hazañas caritativas... solo silencio. ¿Solo?

No, precisamente esa fue la clave: Domingo llenó el aparente silencio de encendida oración. No fue un tiempo perdido. Fue un tiempo de preparación. Y, precisamente por eso, un tiempo indispensable.

Antes de comenzar su misión, Moisés estuvo largos años en el desierto (un lugar de lo menos productivo que hay), conociendo al Señor, aprendiendo a confiar en Él. Jesús se tomó también sus 40 días de preparación antes de comenzar a predicar, y, tras su Resurrección, dedicó tiempo a sus discípulos en el silencio de Galilea, antes de enviarles a anunciar la mayor de todas las noticias.

¿Acaso no nos ocurrirá a nosotros lo mismo?

Puede ser que, en algún momento de tu vida sientas que estás en un periodo... “sin grandes acontecimientos”. Puede parecer una época aburrida, sin mucho sentido, ¡¡pero en realidad es una gran oportunidad!!

Aprovecha el tiempo tranquilo para afianzar tu relación con el Señor, para crecer en intimidad con Él. Así, cuando llegue la misión, descubrirás que este tiempo no ha sido tiempo perdido, ¡sino que en él, Cristo te ha preparado!

Al fin y al cabo, recuerda que Jesús no elige a los capacitados, sino que capacita a los elegidos... Eso, aunque Le lleve tiempo, ¡es lo que más Le gusta!

VIVE DE CRISTO

Imprimir

ImagenCookies

Hola! ¡Bienvenido a la página web del monasterio de san Blas! Nos encanta verte por aquí y esperamos que este sitio sea un lugar donde puedas encontrarte con Jesucristo Resucitado. Tan sólo queremos pedirte un favor: para mejorar la página y facilitar tu navegación por ella necesitamos que aceptes nuestras cookies. ¡Muchas gracias y oramos por ti!