HOY VIVE DE CRISTO CON UN RELATO BREVE

Queremos vivir de Cristo este verano, hoy de la mano de Sión, con la sección: Relatos breves. ¡Feliz día!

LA DECISIÓN DEL VERANO

Marcos miraba con ojos tristes su estantería llena de juguetes de lo más variados. A sus cuatro años no sabía formular los sentimientos que le atravesaban por dentro. Si hubiera podido, los resumiría en una única palabra: crueldad.

Fue mirando detenidamente cada uno de los peluches. Acarició melancólico el baúl de las construcciones y se abrazó a su monopatín. Aquello era una auténtica tragedia, pero no había opciones. Mamá había sido muy clara: sólo podían llevar un juguete a las vacaciones. Y, en esos casos, no había posibilidad de negociación. Tenía que elegir uno, y despedirse de todos los demás.

-Oh, adiós, Koda... -suspiró mientras daba unos golpecitos al enorme oso de peluche.

-Por favor, Marcos... -le cortó su hermana Karen con voz aburrida desde la puerta- Deja de montar numerito. Sólo serán dos semanas.

-¡Sí, claro! -respondió el pequeño muy enfadado- ¿Sabes cuánto es eso? En la montaña, sin playa, sin parque, sin amigos... ¡y encima sin juguetes!

Pero su hermana ya no le prestaba atención. Había seguido hacia su habitación, y cerró la puerta.

El pequeño volvió a analizar la estantería. No podía hacerlo. Definitivamente, no podía. Tenía que convencer a mamá de que aquello era una locura.

Con un trotecillo alegre bajó las escaleras hacia la cocina. Su madre estaba sumergida en el frigorífico, clasificando comidas, quitando hielo... Como todos los años, antes de salir de vacaciones, quería dejar la nevera bien arreglada.

-Mamiiiiii... -el pequeño trató de sacar su voz más dulce y cariñosa.

-Dime, cielo -contestó su madre sin apenas mirarle.

-Lo de los juguetes... era broma, ¿verdad?

-No, tesoro, iba totalmente en serio. Cada hermanito puede llevar sólo un juguete.

La voz de mamá había sonado despreocupada, pero firme. Marcos captó inmediatamente que no había solución. A través de la ventana vio a su padre en el jardín, lavando la furgoneta antes del viaje. No había escapatoria, ni tiempo para pensárselo mucho.

De nuevo en su cuarto, tras observar detenidamente, cogió su enorme Minion de peluche, colocó el tirachinas en el bolsillo de su pantalón, se cargó al hombro la bolsa con el balón de fútbol y, con la mano que le quedaba libre, cogió el coche rojo de su mesa, su querido Rayo McQueen. Con paso triste fue a las escaleras y subió rumbo a la buhardilla.

Sobre el último peldaño, una puerta pequeña y estrecha le cerraba el paso. Sin llamar, el pequeño movió el picaporte y entró. La claridad de esa habitación era mucho más llamativa comparada con la oscuridad del último tramo de las escaleras.

-¡Hombre, mira quién ha venido a visitarme!

La voz juvenil sonaba al fondo de la sala. Allí, en una mesa desbordante de libros, en medio de apuntes y cuadernos, estaba "Xus", su primo mayor. Ya llevaba un tiempo en casa. Era estudiante de medicina, y, como en su pueblo no había universidad, se había mudado temporalmente a casa de sus tíos a terminar la carrera. Ahora, en vez de perder el tiempo en los largos viajes, lo dedicaba a estudiar. En la buhardilla había silencio, y estaba a unos pocos minutos de la facultad. Además, le encantaban los niños, así que no dudaba en bajar a jugar con sus primos en los momentos de descanso.

Xus le había recibido, como siempre, con voz alegre y una enorme sonrisa, pero el joven no tardó en percatarse del gesto mohíno del niño, que se había quedado de pie en medio de la habitación.

-¡Hey! ¿Qué pasa, colega?

Tras esperar unos segundos, viendo que Marcos no abría la boca, supuso que el asunto era serio. Abandonó su mesa de estudio y fue a sentarse en el suelo, junto a su primo.

Tras un instante de duda, el niño, cabizbajo y taciturno, sin soltar sus juguetes, se sentó al lado del joven.

-Sólo tenemos permiso para llevar un juguete de vacaciones -musitó el pequeño.

-Oh, vaya...

A Marcos le encantaba su primo. Xus nunca se reía de él, se tomaba en serio lo que decía, le trataba como a un mayor.

-¿Tú vienes de vacaciones? -preguntó el pequeño con voz lastimosa.

-¿Yo? -Xus soltó una risita nerviosa- Bueno, tus papás me han invitado, pero me temo que no puedo...

El joven se inclinó hacia Marcos.

-Siempre meto la pata con las matemáticas... y no sé si me va a quedar alguna asignatura por eso -le susurró al oído.

-¿Ah sí? -el pequeño abría los ojos como platos, sin poder dar crédito a lo que acababa de oír. Para él, el primo Xus era el chico más listo, el mejor del mundo.

-Los profesores se meten conmigo: al parecer, sólo sé contar hasta uno... -dijo Xus mientras revolvía el pelo de Marcos, riéndose de su propia broma.

-Pues, entonces, igual te sería más fácil elegir juguete... Sólo uno...

El pequeño agachó la cabeza con gesto triste.

-Anda, ven aquí -dijo Xus mientras cogía al pequeño para ponérselo encima de las piernas.- Creo que esto se merece una historia. ¿Te apetece?

Marcos quería seguir pareciendo triste, pero le cautivaban los cuentos, así que no pudo evitar volverse ilusionado hacia su primo.

«Hace mucho tiempo, se organizó una prueba. El desafío consistía en atravesar la selva, llevando sólo lo que entrase en una mochila.

»Se presentaron dos hombres. Uno de ellos preparó una mochila enorme con todo tipo de accesorios: una tienda de campaña, cuerdas, un hacha, comida... El otro, en cambio, buscó una mochila pequeña en la que sólo metió una cantimplora llena de agua. Y así comenzaron a caminar. ¿Sabes qué pasó entonces?

-Que el hombre de la mochila grande no pudo con tanto peso -afirmó, muy convencido, el pequeño.

Xus soltó una carcajada.

-¡Bueno, Marcos, la llenó, pero no de piedras! Lo que sucedió fue que los dos lograron llegar al otro lado de la selva.

-¿Y quién ganó entonces?

-Digamos que hubo un empate técnico... Pero el resultado fue muy distinto. Porque, al poco de empezar a caminar, aquellos hombres se habían encontrado un bosque de arbustos y mala hierba que les impedía el paso. El que llevaba el hacha, la sacó para abrirse camino entre ellos. El otro, en cambio, fue dando un largo rodeo hasta que descubrió una senda, que le hizo descubrir preciosos paisajes.

»Unos días después, aquellos hombres se encontraron con un barranco. El que llevaba la mochila llena, usó sus cuerdas para construir un puente. El otro, en cambio, descubrió que los animalillos de la selva lo cruzaban por las anchas ramas de los árboles que se cruzaban sobre el abismo.

»Por las noches, uno dormía en la tienda de campaña; el otro, aprendió el lenguaje de las estrellas. Cuando tenían hambre, el hombre de la mochila gigante sacaba una de sus latas. El otro, en cambio, aprendió a caminar todo el día con los ojos abiertos, para ir recogiendo las deliciosas frutas que encontraba a su paso. Uno caminaba pesadamente, mirando al suelo, cada día acababa agotado. El otro llevaba paso ligero, y, mientras caminaba, disfrutaba observando todo a su alrededor.

»Los dos llegaron a la meta -concluyó Xus- pero, ¿quién crees que creció más? ¿Cuál de los dos aprendió más?

-Pues... ¿el que sólo llevaba la cantimplora?

-¡Exacto! Mira, Marcos, tus papás te están haciendo un regalo increíble. Las vacaciones son... ¡como una selva! Hay un montón de cosas nuevas, diferentes... Podrías llevar la mochila llena de cosas, y hacer las cosas "como siempre", jugar con lo de siempre... o, bien, ir con una mochila pequeña, ¡y dejarte sorprender! Te esperan un montón de sorpresas pero, si ya vas con la mochila llena, ¿cómo las vas a ver?

-Así que... una aventura en la selva...

-Algo así, sí.

-Vale -dijo el niño poniéndose en pie- entonces yo también voy a llegar a la meta. ¡Y voy a tener los ojos bien abiertos!

Muy decidido, se encaminó hacia la puerta pero, cuando ya casi había cerrado, volvió a asomar la cabeza.

-Oye, primo...

-Dime.

-El hombre sólo metió una cosa en la mochila.

-Eso es.

-¿Por qué una cantimplora con agua?

Xus volvió a reírse alegremente.

-En realidad, el agua representa lo imprescindible.

-¿Qué es "im-pes-cin-dible"? -preguntó Marcos, tratando de repetir aquella extraña palabra.

-Verás... Cuando tienes que elegir, cuando no puedes llevarte toda la casa a cuestas, descubres que tienes cosas importantes, cosas que no utilizas... Las cosas imprescindibles son... ¡las que no podrías vivir sin ellas! Piénsalo: si hay agua, hay vida. Si hay agua, puedes tener fuerzas para levantarte por la mañana. El agua sirve para lavar los ojos, y así poder ver. Con el agua puedes limpiar una herida o refrescarte del calor...

-Aaaaah...

-Has dado con la clave, primo -añadió Xus guiñándole el ojo- Ahora sólo te falta descubrir qué es imprescindible para ti. ¿Qué será tu agua durante estas vacaciones?

El niño se quedó en silencio, mirando fijamente a su primo. Después, simplemente asintió con la cabeza. Había entendido. Ahora necesitaba pensar.

Unas horas después, mientras ponían la mesa para la comida, papá quiso terminar de organizar el viaje.

-Bueno, niños, ¿habéis decidido ya qué juguete vais a llevaros?

Cada uno fue nombrando su particular "equipaje". Lily, tan delicada y fina como siempre, había preparado su Barbie peinaditos con todo tipo de complementos, mientras que Karen llevaba bien cargado su enorme estuche de pinturas. Lucas, el mayor de los hermanos, había sudado hasta conseguir meter en su maletín favorito su kit de experimentos científicos, físicos y electrónicos (según Karen, era un friki sin remedio...).

-¿Y tú, Marcos? -preguntó mamá al pequeño de la casa.

Después de tantos días de quejas y lágrimas, todos se giraron hacia él, expectantes ante la enorme sonrisa de oreja a oreja de Marcos.

-Yo no quiero llevarme ningún juguete. ¡¡Yo me llevo al primo!! ¡Mi agua para las vacaciones es Xus, es Jesús!

VIVE DE CRISTO

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