CURACIÓN DEL HOMBRE CON LA MANO PARALIZADA

1 Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada.
2 Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle.
3 Dice al hombre que tenía la mano seca: « Levántate ahí en medio. »
4 Y les dice: « ¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla? » Pero ellos callaban.
5 Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: « Extiende la mano. » El la extendió y quedó restablecida su mano.
6 En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle (Mc. 3,1-6)

Jesús entró otro sábado en la sinagoga, como era costumbre entre los judíos. Allí escuchaban la Palabra de Dios y oraban. Pero no se entendía que el sábado se hiciera otra cosa, a no ser el “descanso sabático”. Los fariseos aquí habían inoculado “prescripciones humanas”, bien dañino a la Ley, por el espíritu que les animaba.

Jesús ya les había advertido a propósito del arrancar espigas de los discípulos el sábado y comérselas que, “el sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado”. Jesús, con esto, restauraba la dignidad del hombre que está por encima de cualquier mandato, aunque sea de la Ley de Moisés.

Así, al entrar Jesús en la sinagoga vio a un hombre que tenía la mano paralizada… Los fariseos le espiaban para ver si curaba en sábado y tener motivos para acusarlo como “violador del sábado”.

Jesús, contempló al hombre y se llenó de compasión hacia su parálisis, pero no le curó inmediatamente sino que antes quiso poner en evidencia a los fariseos acusadores: “¿Está permitido el sábado hacer el bien o el mal?… ¿Salvar la vida a un hombre o dejarlo morir?”… Ellos callaban… Entonces, Jesús mandó al hombre extender la mano e inmediatamente se restableció… Jesús se sintió muy apenado por el duro corazón de los fariseos y lo manifestó, en su mirada de ira, cuando les preguntaba…

¡Qué dolor para el Corazón de Cristo al verse rechazado y juzgado por los devotos de su pueblo!… ¡Si para esto se había hecho hombre, precisamente para que se convirtieran a Él y anduvieran en la voluntad de Dios!... Pero un corazón endurecido es más difícil de convertir al Señor que el corazón de un pagano. El primero está lleno de prejuicios y el segundo de pecados… Jesús puede tocar al pecador y la gracia no lo rechaza; pero tocar la dureza y la hipocresía ni Dios puede ablandarlas, a no ser por un acto de misericordia que procede totalmente del cielo y no es de la tierra…

¡Y Dios no quiere violentar la libertad del hombre, es sagrada, es dónde reside su imagen y semejanza!… Así, les abandonó en su empecinamiento, pero no sin mucha tristeza por parte de Jesús…

¡Señor, que no nos aferremos a mandatos y preceptos, cuando está de por medio la compasión y la misericordia!...

Nada, sino el Amor, está por encima del hombre, que es un hijo de Dios y creado también por Amor…

¡Miremos dónde está el bien y la verdad, pues allí siempre estará el Amor!…

¡En la sinagoga, a Jesús enseguida le saltó a la vista el mal de este pobre hombre y quiso curarle, restablecer su mano al movimiento, para que con ella pudiera hacer el bien!…

¡Dejémonos tocar por Jesús para ser sanos de cuerpo y de espíritu! ¡Él lo puede todo!...

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