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JESÚS ES BAUTIZADO POR JUAN

13 Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él.
14 Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: « Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? »
15 Jesús le respondió: « Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia. » Entonces le dejó.
16 Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él.
17 Y una voz que salía de los cielos decía: « Este es mi Hijo amado, en quien me complazco. »(Mt. 3, 13-17)

Ante este Evangelio, necesitamos pedir a Dios la unción de su Espíritu Santo… Así mismo como Juan Bautista fue empujado por el Espíritu para bautizar a Jesús en el Jordán y Jesús recibió del Padre, por su Espíritu Santo, la misión de comenzar a realizar las obras del Mesías…

¿Quién podrá hablar correctamente sobre la primera manifestación visible de la Trinidad, ante los hombres?: Jesús, el Hijo está allí; La voz del Padre lo declara su Hijo Amado y el Espíritu Santo aparece en forma de paloma, que se posa sobre Él, trayéndole toda la fuerza y el esplendor de la divinidad…

Pero si Dios se nos ha mostrado en estas maravillas, es que de alguna manera, quiere dejar de ser “El Dios escondido”, que vemos a lo largo del Antiguo Testamento: “Tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador”…

Jesús, en Nazaret, oyó hablar de las obras de Juan: que “bautizaba en el Jordán, con un bautismo de penitencia, preparando el camino del Mesías”… Después, será el mismo Juan, el que oirá los milagros que hacía Jesús… Él sólo necesitaba la señal del Padre para realizar “su obra”; Juan en cambio, preguntaba a Jesús si en verdad era Él, el Esperado… Y ambos se ciñen a la voluntad del Padre, que ahora ensalza a Juan y después lo deja bajo los poderes del mundo, no sin antes, haber finalizado, también “su obra”… Decía: Éste es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”…

“Jesús, se pone en la fila de los pecadores, para ser bautizado, como uno más”… Se sumerge en las aguas turbias del Jordán. Pero no sólo recibe las impurezas físicas, sino que es su primera “inmersión” en todos los pecados de la humanidad: “¡Para esto he venido, para esta Hora!”… Y éste es el inicio…

Juan, que esperaba un signo del cielo, para reconocer al Mesías, lo tiene doblemente: Primero es un fuerte presentimiento de que Él es... Después, el descenso de la paloma sobre Jesús y la voz del Padre: Jesús es su Hijo Amado, en quién sólo se complace; Y por Él, “nosotros también podemos acercarnos al Padre con su Único Espíritu”…

Jesús, en su bautismo, nos ha traído toda la gracia de la Trinidad y nuestro bautismo es la fuerza y la luz para llevar también a cabo nuestra misión: Dar a conocer el plan de Dios sobre los hombres y sobre todas las cosas y entregar a todos el Amor del Padre, que nos ha hecho hijos en el Hijo…

La puerta de la fe, de la gracia, de todo Don perfecto, está en nuestro bautismo, que siempre se nos da por la confianza en la Palabra de Dios: “El que crea y se bautice se salvará”… Siempre, por la benevolencia divina que “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad”…

¡Que yo ame estos Misterios, que se realizan en mi carne, como se realizaron en la de Cristo, el Primogénito de muchos hermanos!…

¡Que yo celebre, en lo profundo, el día en que Dios depositó tanto Don del cielo en mí!…

¡Todo en la fe y en el Amor!… ¡Que así sea!

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