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POBRES, LOS PREFERIDOS

12 Dijo también al que le había invitado: « Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa.

13 Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos;
14 y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos. » (Lc. 14, 12-14)

Dar a quién te corresponde es muy satisfactorio y produce alegría. Pero Cristo nos descubre otra clase de alegría que nosotros no nos podemos proporcionar unos a otros. Y consiste en dar a los que no pueden pagarte. A lo más, un ¡gracias!, o una mirada que quiere expresar gratitud.

Pero Jesús nos dice que “hay mayor dicha en dar que en recibir”, y aunque afirma que “recibirás tu recompensa cuando resuciten los justos”, creo que hay un gozo ya aquí en la tierra, que descubren sólo los que están marcados con el sello de la imagen de Dios. ¿Dios, no hizo todas las cosas sin esperar nada a cambio? Las creó y se gozó en su obra. Y cuando las quiso recrear, ¿no envío a su Hijo único, sabiendo que en pago de su amor sólo le devolveríamos ingratitud?…

Pero los que quieren agradar a Dios buscan parecerse a su Padre Celestial: dar y gozar dando y no esperar paga… Ahí está el centro del gozo del entregarse gratuitamente: “Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto“…
“Siempre seremos ricos para ser generosos”. Nuestro ser le podemos dar entero. Algo que no es esencialmente nuestro, sino prestado por Dios, no debe costar el devolvérselo a su Dueño… Además, siempre a mi lado se sienta alguien que es más pobre que yo y yo, como hace Dios con nosotros, puedo colmar su indigencia, aliviar su necesidad y verle alegrarse “con el vellón de mis ovejas”…

“Dad y se os dará”, es una promesa verdadera de Jesús que lleva en sí mucha alegría…

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