DOMINGO III CUARESMA

CICLO A

- DANOS AGUA PARA BEBER -

Ex. 17, 3-7

3 Pero el pueblo, torturado por la sed, siguió murmurando contra Moisés: « ¿Nos has hecho salir de Egipto para hacerme morir de sed, a mí, a mis hijos y a mis ganados? »

4 Clamó Moisés a Yahveh y dijo: « ¿ Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen. »

5 Respondió Yahveh a Moisés: « Pasa delante del pueblo, llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el Río y vete,

6 que allí estaré yo ante ti, sobre la piña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo. » Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel.

7 Aquel lugar se llamó Massá y Meribá, a causa de la querella de los israelitas, y por haber tentado a Yahveh, diciendo: « ¿Está Yahveh entre nosotros o no? »

(v. 3-5)      -   Este mismo milagro se refiere en (Nm. 20, 1-13) que lo sitúa en la región de Cadés. Aquí se le localiza en Refidím, la última parada antes del Sinaí. Sigue el tema de las murmuraciones en el desierto (15, 24).

                  -   El pueblo liberado de una servidumbre (Cap. 16) tropieza al paso siguiente con otra, también primaria: sed y carencia de todo en el desierto. El acosante: “¿está Dios con vosotros?. Pide siempre más pruebas. Pruebas no hay, pero sí señales que orientan hacia Dios: un testigo que muestra, un agua para la sed. Pero la sed de infinitud sigue siempre sin saciarse. La prueba definitiva y el agua que sacia enteramente es Dios mismo para el que va hacia él (Jn. 4, 13s).

                  -   Moisés es el hombre del nosotros, lleva siempre en su oración a su pueblo a cuestas.

(v. 6)         -   Algunos rabinos suponían que la roca había seguido a los israelitas en sus peregrinaciones (I Cor. 10, 4) (Sal. 18, 3) que designa al mismo Dios como Roca.

(v. 7)         -   Massa = Tentación. Meribá = Querella.

Rm. 5, 1-2.5-8

1 Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo,

2 por quien hemos obtenido también, mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual nos hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

5 y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.

6 En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; -

7 en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir -;

8 mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.

 

-   Este capítulo 5 de la carta a los Romanos es la bisagra de la carta: la justificación, que sólo depende del amor de Dios, es prenda de paz y salvación: la Trinidad ha estado y está empeñada en esta obra que rebasa todos nuestros cálculos: El Amor de Dios Padre entregándonos a su Hijo, se ha derramado en nuestros corazones por medio del Esp. Santo. Toda la vida del cristiano, desde su bautismo hasta su muerte, está sellada con el sello de la Santísima Trinidad: las Tres Personas habitan en él. Toda la liturgia que celebramos es para gloria de los Tres: “un solo Señor y no una sola Persona, sino Tres Personas en una sola naturaleza” (Prefacio de la Misa).

-   En estos versículos tenemos los dones preciosos del amor de Dios: las virtudes teologales, la paz, la paciencia y la “virtud probada.

(v. 1)         -   Para Pablo el tiempo presente es tiempo de fe y como tiempo de prueba (v. 3-4). La paz que hemos alcanzado en nuestras relaciones con Dios por medio de Cristo es un don divino precioso (no es un descanso, un dormirse (cap. 6). “Paz escatológica, paz con Dios son esas relaciones con El de las que podemos gozar ya los justificados.

(v. 2)             Cristo es quien nos ha dado “acceso a esta gracia y en ella “estamos firmes (se intuyen las exigencias del estado de gracia). Y otro don es “la esperanza@”, nos gloriamos en ella sin jactancia vana porque Dios nos la ha regalado por creer en Jesús, Es la misma “gloria de Dios el objeto de nuestra esperanza y está cimentada en la obra de Jesucristo.

-   La esperanza cristiana es algo distinto de un consolarse y hasta de un olvidarse de las tribulaciones.

(v. 5)         -   Es la irrupción alentadora del pensamiento de la gloria de Dios que se abre paso en las tribulaciones. Esta esperanza cristiana tiene su razón de ser en las nuevas relaciones del hombre con Dios que ha establecido en un único acto Jesucristo dándonos su Esp. Santo como muestra de su amor (v. 8). Y este don de Dios es un don constante.

(v. 6)             No podemos dudar del amor de Dios, de su deseo vivo de salvarnos, pues Cristo “murió por los impíos, pues “desvalidos estaban los hombres en su estado de perdición. Pese a su aparente seguridad necesitados totalmente de la acción de Dios estábamos. Y en este punto negativo y bien triste, Dios tomó su amorosa iniciativa.

(v. 7)         -   Y esta muerte de Jesús fue algo extraordinario: no es lo normal entre los hombres que uno salga fiador por otro. “Morir por un justo está en relación con “morir por los impíos (v. 6) como paralelismo antitético.

(v. 8)         -   Aquí está la medida del amor de Dios, en que “siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros”.

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