EL QUE COME MI CARNE, NO MUERE

44 « Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. 

45 Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. 

46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. 

47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. 

48 Yo soy el pan de la vida. 

49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; 

50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. 

51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.» (Jn. 6, 44-51)

 

Estamos ante “el discurso del Pan de Vida” que, nos relató San Juan en su Evangelio. Y las Palabras de Jesús, fueron tan extrañas e incomprensibles para sus oyentes que, muchos se apartaron de Él, y no lo siguieron más. El que Jesús se meta con toda su humanidad y divinidad en un trozo de pan es tan escandaloso para la razón que, aún hoy muchos hombres, no siguen a Jesús. Les gustan sus parábolas del Reino, su predicación y hasta las invectivas contra los fariseos, pero estos Evangelios de su Cuerpo y su Sangre, los rechazan. Jesús, ya lo dijo: “mis Palabras, son espíritu y son vida, la “carne”, no sirve de nada”.Es decir, los pensamientos razonables. Y es que, “lo necio de Dios, es más sabio que los hombres y lo débil de Dios, es más fuerte que los hombres”.

Este cambio de un trozo de pan en el Cuerpo de Cristo, es alimento de los fuertes en la fe. Y “la fe, no es de todos”. No es que Dios no quiera que todos crean en Él, en lo que hace y en lo que dice, pero sabe que,muchos buscan a un dios acomodado a sus gustos y apetencias. Y, a un Dios a quien no entienden, no les interesa para “el montaje” de sus vidas. Así, Jesús dijo a la muchedumbre: “a Mí, no viene el que quiere sino el que el Padre atrae para Sí y le vuelca en Jesús su Hijo”. Y, éstos, son sus llamados a quienes resucitará en el último día. Éstos, son los que se alimentaron, en el periplo de su vida, del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Éstos, son los que anticiparon en sí mismos, la gloria y la resurrección de su cuerpo y su alma.

El Pan de la vida, el Cuerpo y Sangre de Cristo, no es un pan material, sino que es “un pan que ha bajado del cielo”. Que nos ha sido traído de lo alto, por ello, el Pan que comulgamos, se resiste a toda especulación e investigación sobre él. Lo comemos y creemos, porque es el mismo Jesús el que ha dicho: “Esto, es mi Cuerpo, y ésta mi Sangre y son para la vida del mundo”. Por esto, el creer, no es cosa de mucho pensar, sino de orar pidiendo a Dios este don de la fe.

Jesús, en los Evangelios, sólo alaba a los que tienen mucha fe, a los que se lanzan a Él, en alas de la confianza que surge por el amor a su Persona. Pues, ¿quién hay que no ame el bien y la bondad y el amor?: pues Éste es Jesús todo entero que, provoca en los hombres sanos de espíritu, una total adhesión a Él. Y, en estas almas, hace Jesús su morada para que, comiéndole, esperen en Él, en su promesa de que no morirán eternamente, sino que, este Pan lleva en sí la vida eterna. Una vida junto al Padre y al Hijo y en una alabanza y gloria infinitas. ¿Qué esto es demasiado bello e inverosímil? ¡Claro que sí, pero Dios lo ha prometido a los que lo aman que, lo veremos cara a cara en su Gloria!

¡Oh Jesús, no te canses de nuestra infidelidad y vulgaridad! ¡Rebélate a nuestro corazón y todo nos será sencillo y te adoraremos con toda nuestra alma y “todo acabará bien”, como nos ha prometido el Corazón Inmaculado de tu Madre María! ¡Señora nuestra, ayúdanos a alcanzar la Meta que, es tu Divino Hijo Jesús!

 ¡Amén! ¡Amén!! ¡Qué así sea en nosotros, por tu bondad infinita!

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