SI QUIERES SEÑOR, PUEDES LIMPIARME

40 Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme» 

41 Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio.» 

42 Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. 

43 Le despidió al instante prohibiéndole severamente: 

44 « Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio. » 

45 Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían  a él de todas partes. (Mc. 1, 40-45)

 

Me impresiona en este Evangelio, el respeto que muestra el enfermo de lepra al decirle a Jesús: “Si quieres,puedes limpiarme”.  Le da a Jesús, la posibilidad de decir: “¡No quiero! O decir, por el contrario: “¡Quiero!”. Es un enfermo con mucho temor de Dios, por ello, sus palabras, llevan gran sabiduría divina. Deja libre a Jesús y sin embargo confía porque conoce, por lo que ha visto en Él, que tiene un corazón compasivo que no se parece al corazón de los hombres, sus vecinos y los extraños. Todos éstos, lo habían aislado de su convivencia con ellos, por miedo al contagio, y su vida, no les inspiraba amor sino rechazo. Pero él, saltando todas estas prescripciones legales, se acerca a Jesús y puesto de rodillas espera y deja toda su dolencia en sus manos… ¿Cómo no va a tener misericordia de los pobres, si por ellos se hizo hombre para poder tocar esta carne que está marcada por el dolor? Jesús, ha asumido nuestra carne enferma, se identifica con ella: “lo que hicisteis a uno de estos mis humildes hermanos, a mí me lo habéis hecho”. La carne del leproso, sucia por la lepra, es la carne de Jesús: ¿por qué hacer ascos a algo en lo que Jesús habita?

Cuentan que, la misericordia de Santa Catalina de Siena era sobre su naturaleza: estaba un día limpiando,por compasión, las llagas purulentas de una enferma, y en un punto de esta obra de amor, su natural se resistió y sintió gran repugnancia y asco. Entonces, la gracia de Dios, actuó fuertemente en ella y reaccionó acogiendo para sí los desechos de esta agua sucia. Confesó después que, ¡nunca había bebido algo tan deleitable y sabroso!

Cuando, con una fe movida por el amor, somos capaces, por la gracia de Dios, de tocar lo que la naturaleza rehúye, Dios, nos bendice y ya en vida, premia nuestra caridad con dones del cielo. Esto, lo han experimentado todos los santos y aquellos que, olvidándose de sí, miran en los hermanos el Rostro de Cristo, para, a través de Él, ¡llegar a unirse con su Señor en la Cruz! Si nuestra fe fuera como un granito de mostaza, haríamos obras mayores que éstas, ¡para nuestro asombro y el de todos los que nos rodean! ¡Lo ha prometido el Señor en Su Palabra!

¡No tengamos miedo de acercarnos a la Cruz, cuando ésta nos visite en nuestra vida, ella, es como un sacramento donde nuestro espíritu se va divinizando, haciéndonos santos, como Nuestro Señor es Santo!Nosotros, quisiéramos ser santos en la salud y en la alegría. Y esto, no se excluye de nuestro camino. Pero el Señor aseguró: “quien no toma su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”. La Cruz, siempre estará presente en nuestra vida y en ella precisamente es donde Dios quiere tener una cita con sus siervos y sus hijos, así como la tuvo con su Hijo, en su Pasión y en su Cruz. Y por esta obediencia tan rendida y perfecta,“Dios, le dio el Nombre que está sobre todo nombre. Nombre, ante el que se arrodillan, todos los poderes y dominaciones y todo ser conocido en el cielo y en la tierra, para proclamar que Jesús, es Señor, para gloria de Dios-Padre”

¡Entremos ávidamente en esta espiral de amor y adoración! ¡Amén! ¡Amén!

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