EL AMO ALABA AL ADMINISTRADOR INFIEL

1 Decía también a sus discípulos: «Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; 

2 le llamó y le dijo: "¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando." 

3 Se dijo a sí mismo el administrador: "¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. 

4 Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas." 

5 « Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi señor?" 

6 Respondió: "Cien medidas de aceite." Él le dijo: "Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta." 

7 Después dijo a otro: "Tú, ¿cuánto debes?" Contestó: "Cien cargas de trigo." Dícele: "Toma tu recibo y escribe ochenta." 

8 « El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más  astutos con los de su generación que los hijos de la luz. 

9 « Yo os digo: Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. 

10 El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. 

11 Si, pues, no fuisteis fieles en el Dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? 

12 Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? 

13 « Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.» (Lc. 16, 1-13)

 

Nos habla aquí Jesús, de una realidad que, quiere entrar fuertemente en la vida del hombre: las riquezas y el dinero. Alguien dijo que, el dinero es una invención diabólica para que, entregados a él, dejemos de mirar al cielo y pongamos nuestra vida en la tierra, en lo caducó, en lo perecedero, en lo que no es más que, futilidad y frivolidad.

Es lastimoso que, muchas de nuestras relaciones humanas, se reducen a transacciones con los negocios y el dinero. Y Jesús, en esta parábola, ya nos avisa que, no podemos tener dos amos: a Dios y al dinero. Los dos,son incompatibles, porque “amaré a uno y despreciaré al otro. O me dedicaré a uno y no haré caso del segundo”.

Es curioso que, en todas las llamadas que hace Jesús al corazón del hombre, siempre es pidiéndole que,abandone sus riquezas, y después, sólo después, que, le siga. Es como decirnos: “Deja tu vida anterior, ahora que me has conocido. Deja en mis manos misericordiosas tu pasado que, puede que no fuera muy limpio y mírame fijo, cómo yo hago y pienso y hablo y haz tú lo mismo. Entonces, brillará tu vida como el sol resplandeciente y podrás ver y amar y sentirte libre, en mí.  

Si tenemos dones de naturaleza y bienes de este mundo, usémoslos como medio para “ganar amigos para el cielo”. Esto, es actuar con astucia en vistas a servir y amar más a Cristo. La gracia, será el fruto que se nos venga a las manos, después de actuar bien en “estos negocios”. Jesús, alaba esta actitud “prudente y sagaz",porque en vistas al Reino, nada debemos escatimar. Y avisa que, “los hijos de este mundo, son más astutos con su gente, que los hijos de la luz”. ¡No seamos bobos y tontos, cuando advertimos que el Maligno, nos está robando el ser hijos de Dios, y a cambio, nos hace, “hijos de las tinieblas” e hijos de este mundo, con sus atractivos que, al final, desaparecerán con su príncipe Satanás! 

“Ser fiel en lo poco”, es esto. Pues “lo que vale de veras”, nos será dado por Cristo, como paga a nuestra fidelidad y perseverancia en el bien y en el amor. Quizás, día a día, se nos presentará una elección en “lo pequeño”, y esto, hemos de acogerlo como una invitación amorosa de Dios, porque si perseveramos, se nos regalará el Reino y todo lo que él contiene: Una borrachera de Amor y unión con Cristo; Un gozar de la compañía de los santos que, hicieron su camino como nosotros y merecieron oír del Señor: “Pasa al banquete de tu Cristo, porque me amaste a Mí, por encima de todos los bienes de este mundo, por esto, te quiero”.

¡Jesús, ven a nuestro corazón y haznos gustar, ya aquí, las delicias de tu Gloria, el tesoro que, es la gracia y tu Amor! ¡Así, nos será fácil desechar de nuestra vida, el amor al dinero y sus secuaces! ¡Tú lo puedes hacer en mí, Jesús, pues hazlo, por tu Amor! ¡Amén, Amén!

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