¡JESÚS HA RESUCITADO!, ¡ALELUYA, ALELUYA!

1 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. 

2 Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.» 

3 Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. 

4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 

5 Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. 

6 Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, 

7 y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. 

8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, 

9 pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos. (Jn. 20, 1-9) 

 

¿Cómo pueden darse sentimientos tan encontrados y extremos, tan sólo en unas pocas horas? Sólo Dios nos habla hoy de que, estos sentimientos son verdaderos... “¡Han matado al autor de la vida!”, el que sana, libera y da vigor a nuestros cuerpos y a nuestras almas, y la tristeza nos embarga el corazón de negros nubarrones… ¡Y, de repente, la Vida resucita, no ya para este mundo y las cosas de acá abajo, sino que resucita para una Vida eterna, pues la Vida, no puede morir y menos se la puede sepultar!... ¡Sí, el Cuerpo de Jesús, bajó a la fosa, destrozado por nuestros pecados, pero como Don precioso del Padre, nos envió la Luz de su Espíritu Santo que, volvió la Carne de su Cristo, ¡en un cuerpo glorificado y luminoso de belleza!¡Esto es lo que Dios nos ofreció esta mañana de Pascua! ¡Cristo ha resucitado del sepulcro!...  

¡Pero tan magno acontecimiento, ocurrió de noche “cuando todavía estaba oscuro”, para decirnos a gritos que, “la noche es también tiempo de salvación”!... ¡Sólo Dios, pudo dar la Luz de su divinidad, a lo que estaba oscuro y yacía en las tinieblas de la noche!... ¡Porque la muerte, ha sido vencida eternamente por Cristo, el Autor de la Vida y Señor de la Luz!... ¡Alegrémonos cristianos, los que hemos creído en Jesús, porque su victoria es también la nuestra! Sí, tendremos que pasar por el escándalo de la debilidad y la muerte, como Cristo pasó por todo ello, pero “en Él, hemos sido resucitados todos” ... ¡Creamos y que no vacile nuestra fe, porque la mañana de Pascua, es el testigo fiel de estas maravillas obradas por Dios, en Su Hijo Jesús!... ¡No temamos, ante el desconcierto y la inexplicable ausencia del Cuerpo de Jesús, porque por todo esto, pasaron los apóstoles y primero las mujeres que, acompañaron a Jesús hasta la cruz!... ¡El Señor mismo, nos recordará lo que estaba escrito: “Que su Mesías, tenía que padecer”, ¡morir y resucitar de entre los muertos!... Su Palabra, es lo que “vemos” y por ella creemos, como les sucedió a ellos... Pero está fe,iluminada por el amor, fue premiada, al aparecérseles sucesivamente, para decirles que estaba vivo: “¿Porqué buscáis entre los muertos al que vive, no está aquí, ha resucitado y os precede a Galilea”, que dijeron los ángeles a las mujeres y así fue: todos, lo vieron resucitado y su presencia les infundió una paz y una alegría desbordante, como nunca la tuvieron hasta entonces... Y está gracia de su presencia, los revistió de una fuerza y un valor que, se enfrentaba con todos los poderes de este mundo y los dejaba descalificados y temerosos.

¡Dios mío, tú Pascua, es hoy actual, como lo fue hace veinte siglos: “Jesucristo, es el mismo ayer, hoy y siempre”, porque en Dios, todo se hace nuevo y en esta novedad, hemos resucitado todos!... ¡Estamos en el “ya, pero todavía no”, pero este “ya”, no se apoya en nosotros ni en nada de este mundo que se va a desvanecer, sino que está firme en la Roca que es Cristo y en Su Palabra que es Verdad y eternidad!... ¡Infúndenos Señor, la gracia de tu Resurrección para que, con una fe muy viva y expectante, dejemos que todo en nosotros se renueve: nuestro cuerpo y nuestro espíritu, nuestros pensamientos, sentimientos y palabras que, lleven fuego del Amor del Resucitado y nuestras obras, sean portadoras de tu Vida que, ¡son Paz y Amor!... 

¡Señor Jesús, creemos en Ti, en tu fuerza que lo puede todo! ¡Amén!... ¡Amén! ¡Seamos tus testigos fieles!...

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