SE MARCHÓ A DESCAMPADO Y SE PUSO A ORAR

29 Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.
30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella.


31 Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.
32 Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados;
33 la ciudad entera estaba agolpada a la puerta.
34 Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.
35 De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración.
36 Simón y sus compañeros fueron en su busca;
37 al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan.»
38 El les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido.»
39 Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios. (Mc. 1, 29-39)

Cuando todavía estaba oscuro, se marchó Jesús a un lugar solitario y allí se puso a orar... ¿Qué sabemos nosotros de esa intimidad de Jesús con su Padre-Dios?... Apenas lo que Él nos ha querido hacer ver en su Palabra... “En la Palabra de Dios, están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y ciencia de Dios”... Por esto, no hemos de buscar las cosas de Dios lejos, allende los mares: “la Palabra de Dios está dentro de ti. La tienes en el corazón y en la boca”, por un deseo de su benevolencia... “Búscame dentro, porque yo estoy en lo más íntimo de tu ser”... Pues en esa intimidad que Jesús tenía con su Padre-Dios, es donde Jesús descansaba de sus fatigas apostólicas.

Y en esta morada hallaba las fuerzas que necesitaba, como hombre, para entregar a todos el Espíritu Santo, del que estaba habitado: “el Espíritu Santo está sobre mí, porque el Señor me ha ungido para curar toda dolencia, de cuerpo y espíritu, y expulsar todo espíritu diabólico”…

Pero Jesús no agotaba su oración hablando a Dios de cada una de las ovejas enfermas o descarriadas, que el Padre había puesto sobre sus hombros... Si “su deleite era estar con los hijos de los hombres”, ¿qué sería el estar el Padre, deleitándose sin interrupción, con Él que es el verdadero Hombre, no sólo hecho a semejanza de Dios, sino siendo en su ser todo Dios y su Hijo?...

Dios-Hombre habla a Dios-Padre y esta comunicación es tan divina y santa, que crea una Persona, y esto desde toda la eternidad: es el Espíritu Santo que, junto con el Padre y el Hijo, forman la Trinidad: “Tres Personas y un solo Dios Verdadero”...

Y es que, lo que circula en este seno divino es el Amor entregado y recibido y gozado entre los Tres... Este Misterio no podemos entenderlo, pero sí sumergirnos en Él, y ser receptores de tanto Amor: “el que me ama, lo amará mi Padre y lo amaré Yo, y me manifestaré a él”... ¡Es decir, que entraré de lleno en esa comunión de la Trinidad!... Y todavía: “el que me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él”: Es decir, que podemos orar con las Palabras de Jesús a su Padre y nos escuchará y acogerá, porque, en verdad, ¡somos sus hijos, pequeños, pero hijos!...

¡Qué Dios nos conceda saborear esa intimidad, con la confianza y el deleite de saber que éste es nuestro Hogar, refugio seguro de nuestra oración y adoración al que “es todo en todos”... ¡Qué así se haga en cada uno que esto suplica y ama!... ¡Amén, Amén!...

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