YO SOY EL VERDADERO PAN DEL CIELO

24 Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús.
25 Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?»
26 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado.
27 Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.»
28 Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?»
29 Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.»
30 Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas?
31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer.»
32 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo;
33 porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.»
34 Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.»
35 Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. (Jn. 6,24-35)

Por “pan” entendemos la necesidad primaria del hombre, lo que alimenta nuestro cuerpo y nos da vigor para la vida. Pero si Dios se escogió al pueblo de Israel, entre todos los pueblos de la tierra, no fue para colmarlo de bienes materiales, de honra y de poder, sino para enseñarles que: “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”. Porque el pan material, todo hombre, con los dones que Él le ha dado y con el trabajo de sus manos, se lo puede proveer. Pero el pan que da vida eterna, ese, no lo puede adquirir el hombre con sus industrias, sino que ha tenido que serle dado de lo alto...

Jesús realizó el milagro de los panes, dando de comer a más de cinco mil hombres: panes y peces hasta hartarse. Y este signo prodigioso los tenía absortos: no querían dejar escapar a quien, sin ningún esfuerzo, les había saciado. Pero Jesús no para aquí, quiere que, a través de este milagro, le miren a Él, al que lo hizo y no tanto lo que hizo: “Me buscáis porque comisteis pan hasta quedar satisfechos, pero tenéis que buscar el alimento que da la vida eterna"... “¿Y por el mismo precio, sólo con abrir la boca, van a tener la vida eterna a manos llenas?”... Pero Jesús les habla de que “han de trabajar para esto”... Y ellos piensan en cualquier obra de sus manos y, a lo más, de su ingenio... Mas Jesús, no quiere sus manos sino al hombre entero: les pide que crean en Él y en el que lo ha enviado. Quiere que renuncien a sus evidencias y objeciones, a sus reticencias y sospechas y se le entreguen a Él, pues ¡no es que Jesús les va a dar la vida eterna, sino que “Él mismo es el pan que baja del cielo”!. Él es la vida eterna que se les ofrece, tan sólo con que lo reciban en su corazón y le acojan todo entero...

¡Ah, pero esto, es muy difícil para el hombre, es imposible, "si el Padre mismo no los atrae hacia Sí y hacía Jesús, el Pan vivo"!... Y aquí el hombre tropieza, porque ni siquiera se le ocurre pedir a Dios tal Don... Pero Jesús, se ha hecho hombre para que “todos tengan Vida y ésta Vida Eterna"... Así, fiados en su Palabra, esperamos con confianza que su misericordia nos abrirá el corazón para saborear “¡cuán bueno es el Señor!" y cómo "sacia todos nuestros anhelos" y expectativas...

¡Creamos, creamos en Jesús, sin hacer disquisiciones de por qué y para qué y Quién!... Si es Dios, Él lo puede hacer y lo hace y lo hará en todo el que se le acerque con un corazón de “niño tonto”, porque Dios se ríe de nuestra sabiduría raquítica y que no levanta un palmo del suelo... ¿Por qué habiendo recibido de Dios un corazón simple y confiado nos empeñamos en hacer de nuestra vida un laberinto que sólo Dios, en Su misericordia, puede desenmarañar?...

¡Dejemos estos caminos de muerte, que no lleven a la Vida Eterna, y con los ojos cerrados lancémonos en sus brazos amorosos!...

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