ROGAD AL SEÑOR DE LA MIES

32 Salían ellos todavía, cuando le presentaron un mudo endemoniado.
33 Y expulsado el demonio, rompió a hablar el mudo. Y la gente, admirada, decía: « Jamás se vio cosa igual en Israel. »
34 Pero los fariseos decían: «Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios. »
35 Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando todo enfermedad y toda dolencia.
36 Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor.
37 Entonces dice a sus discípulos: « La mies es mucha y los obreros pocos.
38 Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. » (9, 32-38)

Jesús, nos ve desde su Corazón, todo misericordia y no sólo desde el exterior. Su compasión por el hombre, no tiene límites: ahonda en nuestra realidad y ve que “andamos extenuados y abandonados, como ovejas que no tienen pastor”. Esta es nuestra condición, después de ser heridos por el pecado de no querer depender de Dios y caminar por la vida a nuestro arbitrio, según nuestras ganas y apetitos. Pero Dios se ha compadecido de nosotros y ha bajado a este “valle oscuro” donde vamos y venimos, sin rumbo. Y baja como “un Buen Pastor” que con su voz y su callado, nos va atrayendo hacia Sí, hacia su rebaño que se alimenta de gracia y de clemencia.

El sentir que no pertenecemos a nadie, es gran congoja, porque ésta no es la verdad de nuestra existencia: hemos sido creados por la mano amorosa de Dios, modelados por su Amor y puestos en el mundo con sumo cuidado y “Él conoce todas nuestras acciones”. Si nos dejamos insinuar por Él, en el corazón, Él nos guía a “pastos de agua Viva y jugosa comida”: Éste es su Espíritu Santo que vela de continuo sobre nosotros... Es lo de Jesús: “Yo actúo y mi Padre también actúa” ...

Pero en su caminar, por los caminos de Palestina Él ve a otros hombres que “andan descarriados, como ovejas que no tienen pastor” y su misericordia se pone en acción y las atrae “con lazos de Amor” para que vuelvan a Él de dónde salieron... Y en esta obra, nos pide colaboración de Amor: tenemos que “pedir al dueño de la mies, que mande obreros a su mies, porque ésta es abundante”, pero hay pocos “braceros” … “Dios quiere que luchemos más con nuestra oración, que con nuestras propias fuerzas”. Por esto, nos pide Jesús, que oremos al Padre, con oración de suplica, para que encamine a muchos discípulos a hablar de Jesús a otros hombres, que quizás nunca oyeron hablar de Él y de su Misterio Pascual: vida muerte y resurrección de Jesús; Otros por el contrario, conocieron a Jesús y se apartaron de Él por el error, la ignorancia o el pecado; Y por último, los hay que llevan ya una vida de unión con Dios, pero necesitan un empuje fuerte del Espíritu Santo, que les lleve a mayor santidad y alegría en este mismo Espíritu. Todos podemos volver a “ser bautizados en el Espíritu Santo”, Espíritu de santidad y salvación... Y esto, es lo que hemos de pedir a nuestro Padre del Cielo, porque desea otorgárnoslo: “¿Cómo no nos dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?”, que dice Jesús en Su Palabra...

¡Oremos, oremos y supliquemos, insistentemente al Buen Dios para que sean muchos los que encendidos en el fuego de su Amor, conozcan y amén a Jesús, el Hijo Único del Padre, que es el primer Enviado para esta Obra que tanto glorifica a Dios: la salvación del hombre y a través de él “hacer nuevas todas las cosas”, para que “todo” quede recapitulado en Jesús, el Primogénito de toda criatura y el Resucitado para gloria del Padre!...
¡Oremos y oremos y confiemos, porque se hará!...

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